El estreno mundialista de Balaídos

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Italia, que acabó siendo campeón, se enfrentó en Vigo a las selecciones de Camerún, Polonia y Perú. En este último partido estuvo Mario Vargas Llosa, que escribió varios artículos sobre el torneo para La Voz

07 jun 2023 . Actualizado a las 01:28 h.

«Estoy preocupado. Las instalaciones de Balaídos están más atrasadas de lo que yo creía», decía, diez días antes del inicio del Mundial-82, un componente de la comisión parlamentaria de control del evento deportivo. Cuatro años antes, España había conseguido que la FIFA le concediera la organización de la mayor cita del fútbol a nivel mundial. Vigo y A Coruña compartirían una de las sedes, para lo que tuvieron que acondicionar sus respectivos estadios. Entonces, Balaídos acogió el estreno mundialista y, ahora, aspira nuevamente a convertirse en sede en el caso de que España organice el torno en el 2030.

En 1980 comenzaron las obras en Balaídos. Con un presupuesto de 355,7 millones de pesetas se construyó la nueva grada de Río y se canalizó el cauce del Lagares a su paso por esa zona. El Concello de Vigo quiso incluir en el proyecto el conocido entonces como Ovni, debido a su forma, pero que, en realidad, era un moderno centro de prensa anexo al estadio. El 6 de mayo de 1982 era inaugurada la nueva grada con el partido de homenaje a Manolo, el Gran Capitán, que se retiraba tras años defendiendo el escudo de la cruz de Santiago. El Real Club Celta se enfrentó aquel día con Polonia, con la que perdió por cinco goles a uno. La selección polaca era una de las cuatro que jugarían en Balaídos. Italia, Camerún y Perú eran los otros combinados nacionales. Solo la primera, que al final de la competición se convirtió en la ganadora del torno, disputó todos sus encuentros en Vigo.

El Mundial era un privilegiado escaparate para mostrarse internacionalmente por ello se tomaron ciertas medidas de cara a garantizar la comodidad de los visitantes. La Voz de Galicia publicaba el 8 de junio de 1982 que los inspectores de Turismo de la Xunta de Galicia recorrían los hoteles de las grandes ciudades para comprobar las condiciones del servicio.

«El único problema serio pendiente —además del que tienen los comentaristas de TV que deberán salir fuera del campo para acercarse a la sala de entrevistas— se basaba en la falta de potencia de energía eléctrica del estadio debido a la ausencia del permiso de Fenosa para realizar la toma», informaba La Voz el mismo día del estreno en Vigo, lo que confirmaba que las previsiones no habían sido consideradas con el tiempo suficiente.

Ni fútbol ni goles

«Ni juego ni goles», titulaba al día siguiente este periódico para referirse al primer partido. Italia y Polonia estrenaron el Balaídos mundialista el 14 de junio. Aquel día, los vigueses pudieron ver con la Azzurra a Dino Zoff, Gentile, Conti y Rossi, que sería el máximo goleador del campeonato. Este jugador estuvo a punto de no acudir al mundial debido a una sanción que le impusieron por estar implicado en una trama de apuestas deportivas. Enfrente, en las filas polacas, los jugadores más destacados eran Lato y Boniek.

Al mismo tiempo que los futbolistas aburrían al público, entre quien estaba João Havelange, presidente entonces de la FIFA, inspectores de la brigada judicial de la comisaría de Vigo detenían a dos carteristas que habían llegado de Madrid para aprovechar la confusión. Una de las grandes anécdotas de aquel día fue protagonizada por un locutor de Televisión Española al confundir el himno gallego con el polaco.

El fútbol internacional regresó a Vigo 18 de junio, cuando empataron a unos los combinados de Perú e Italia. «¿No le parece que Italia jugó un segundo tiempo vergonzoso?», le disparó un periodista italiano a Bearzot, entrenador transalpino, para mostrar sus críticas al juego desplegado por sus futbolistas. El entrenador debió de disfrutar mucho cuando sus chicos alzaron la copa en Madrid, tras vencer en la final a Alemania.

Pero ese día, también estuvo Mario Vargas Llosa en Balaídos. El futuro Premio Nobel escribió varios artículos para La Voz de Galicia durante el Mundial, como el titulado Antología de la crítica del fútbol, publicado el 21 de junio.

El tercer y último encuentro de aquel torneo, personificado en Naranjito, llegó el 23 de junio con el enfrentamiento de las selecciones de Camerún e Italia. Los leones indomables, entre quienes destacaron N'Kono y Milla, lograron un empate al final del encuentro, que clasificaba a Italia. Nuevamente, el aburrimiento fue la tónica del juego desplegado. «Los goles son los que hacen la espectacularidad del juego. Es lógico que el público se enfade si no hay goles, pero también yo me enfado con mis jugadores cuando no lo hacen bien», contestaba el entrenador italiano, que comprendió el enfado de los espectadores con lo visto en el campo. Estos se mostraron claramente favorables a la selección africana.

Junto con los italianos se clasificaron los polacos, que tras eliminar a Francia, volvieron a jugar contra los italianos, aunque en esa ocasión, perdieron por dos tantos a cero. Italia había eliminado antes a la siempre poderosa selección de Brasil, partido en el que Paolo Rossi alcanzó los altares futbolísticos tras marcarle tres goles a los sudamericanos.

En Vigo, el Mundial dejó un Balaídos más moderno y ganas de fútbol, algo que realizaría el Celta la temporada siguiente, tras lograr ascender nuevamente a la Primera División.