Curva Celeste, unidos por el celtismo, la amistad y la música

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

cedida

El grueso de esta peña viguesa son celtistas que ejercen de DJ's

16 jun 2017 . Actualizado a las 10:31 h.

«Quizá seamos la peña celtista con más ritmo», dice Miguel Dourado. Es el presidente de Curva Celeste, una agrupación nacida en el penúltimo año del equipo en Segunda como iniciativa de un puñado de aficionados que tienen tres elementos principales en común: «La amistad entre nosotros, la afición por el Celta y que un alto porcentaje de los peñistas somos disc-jockeys”, revela.

Juntos, nombres como Rodri Vegas, Fani Villa, DJ Charlie, Xoel Muíños o el propio Miguel organizan, por ejemplo, la fiesta de San Juan en el Camaleón de Samil. Pero más allá de eso, a todos ellos es habitual verles apoyando al Celta desde la grada de Marcador. «Estamos en la curva con Tribuna, y de ahí vino el nombre», recuerda Dourado. Tenían en aquel momento entre 25 y 26 años. «Somos celtistas de siempre, pero muchos habíamos ido a estudiar fuera. Así que lo típico, aguantas el carné un año o dos pero al no ir nunca lo dejas pensando en retomarlo cuando vuelvas a Vigo».

En ese momento del retorno a la ciudad de varios de ellos nació, ya de regreso en las gradas del municipal vigués, la idea de la peña. «Imagino que fue como les pasa a muchas, que empezó como una broma el tema de ‘tenemos que hacer una peña’», rememora. La broma superó las dificultades -trámites burocráticos que les eran ajenos y que estuvieron a punto de hacerles tirar la toalla- y acabó saliendo adelante e integrándose en la familia peñística celeste.

Comenzaron siendo un grupo reducido y ahora son alrededor de medio centenar. Tampoco aspirar a ser muchos más. Se caracterizan por una mentalidad familiar, de ser todos celtistas que se conocen entre sí. «Mucha gente ni nos conoce, somos una peña humilde y lo llevamos de una manera más liviana. Me quito el sombrero con las peñas que tienen un montón de miembros, que viajan todos los fines de semana y llevan sus pancartas al estadio, pero no somos así», desgrana. Ni se plantean campañas para captar adeptos. «No hacemos mucho por crecer. Todos nos conocemos y los que se incorporan son amigos de amigos. Para nosotros es importante que sea así».

Su actividad principal como peña -«hacemos infinidad de cosas juntos, pero como amigos, no solo relacionadas con el Celta»- son las previas y el torneo de peñas. En las primeras, cada partido, tienen dos bares predilectos, ya que no disponen de sede. «Nos solemos juntar en el Ouro o el Sobran os motivos. Como a unos les gusta más uno de los bares y a otros, el otro, suele depender del que llegue primero”, confiesa. En cuanto al torneo de peñas, alcanzaron las semifinales en esta última edición. «¡Somos malísimos, pero se ve que los hay peores!», bromea.

Aunque la mayoría rondan la treintena, hay otra generación de los hermanos mayores de Miguel que están entre los 40 y los 50 años. Y luego está el futuro en pequeños como su propia hija, Daniela, que acaba de cumplir su primer año: «Salió del hospital con el body del Celta», presume. El futuro, garantizado.