Mucho más que chuletón a la piedra

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

Cocina clásica y de producto, con la vaca gallega como plato estrella

08 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La verdad es que en el no siempre bien trabajado mundo de la gastronomía de vanguardia, que a veces se reduce a mezclar todo tipo de sabores que no casan y en el que para encontrar un chef de talento hay que pasar antes por las garras de algunas medianías, se agradece la apuesta lisa y honesta por el restaurante clásico y de producto, en el que tal vez los platos o los muebles no sean el último grito en artes decorativas, pero en el que es más difícil llevarse un chasco con lo esencial, la comida.

A Puerta Real se trasladó hace unos meses Namoreira, que había abierto en el 2012 en el Orzán, pero que «necesitaba más espacio», explica Iago Alamancos, propietario del negocio junto a su mujer, Iria Vázquez, los dos coruñeses.

Tal vez por su formación en restaurantes del País Vasco, ambos cocineros conocen bien las excelencias de la vaca gallega, muy del agrado de los michelines de aquellos pagos, por lo que no es de extrañar que hayan hecho del chuletón su plato estrella.

La vaca vieja, un producto extraordinario que no pocos hosteleros suelen colar por buey, se ofrece en este local a la piedra, poco hecha y abierta en abanico para que el cliente pueda terminar de hacer los toros al punto. «Lo que llevamos a la mesa es un disco de barro muy caliente, nunca un hornillo, así que no hay fuego», destaca el chef.

Sin embargo, Namoreira no es un asador propiamente dicho, por lo que hay alternativas más allá del chuletón. La cocina es de corte tradicional, «pero con un toque moderno», precisa Alamancos. Y por esta opción se decantó La Voz de Galicia a la hora de probar sus excelencias.

Entre los entrantes más clásicos, como empanada de chipirones, croquetas de la casa o pulpo salteado con langostinos, destacan unos atractivos bocaditos de hojaldre rellenos de carne y foie y con reducción de vino. Una propuesta interesante en la que se utiliza el dulce del oporto como contrapunto del foie, un juego habitual con este producto, acompañado con frecuencia por mermeladas, generalmente de frambuesa o arándanos.

El resultado es agradable, aunque hay que equilibrar bien en cada bocado la cantidad de vino reducido con que se acompaña el hojaldre, pues el exceso tapa el delicado sabor del foie.

En línea con el clasicismo de la carta no aparecen extravagancias en los segundos, entre los que llama la atención el magret de pato, de nuevo con reducción de vino dulce. En este caso se opta por una condensación más licuada y, por tanto, menos intensa, que se equilibra perfectamente con la carne. Unas chips impecables de punto, frambuesas empapadas en el propio vino y compota de manzana completan la versión más tradicional de un plato de buen nivel.

También es notable alternativa el bacalao confitado sobre cama de pisto y con una mayonesa ligera de ajo gratinado por encima. Todo correcto, aunque siempre es conveniente recordar la contundencia del pisto. Aquí no hay otro baremo que el gusto personal, pero si es usted de los que cuando ve a Arguiñano en la tele piensa que se puede moderar un poco la cebolla que utiliza, el de Namoreira le parecerá, en efecto, un pisto sustancioso.

Buenos también los postres, todos caseros. La crema de manzana con helado de yogur, muy ligera, es una buena opción si no se quieren sumar muchas calorías. En el otro extremo, extraordinaria la tarta de queso con una capa de mango por encima, helado también de mango y un ingenioso toque de almendra rallada.

De martes a viernes, al mediodía se ofrece un menú por 11,90 euros. Incluye primero, segundo, postre o café y bebida.