Claves sobre las intermodales

ricardo babío

GALICIA

La intermodalidad no reside en un nuevo edificio, sino en facilitar al ciudadano el cambio de modo de transporte

26 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las estaciones intermodales de transporte están, afortunadamente, de actualidad. En las siete ciudades más importantes de nuestra comunidad (además de las cuatro capitales, Santiago, Vigo y Ferrol) se encuentran en distintas fases de tramitación, a través de la Consellería de Infraestruturas e Vivenda, instalaciones de este tipo, en algunos casos generando controversia entre distintas administraciones y profesionales.

Y digo afortunadamente porque en países desarrollados como el nuestro, la mejora de las condiciones de accesibilidad y movilidad ha de ser necesariamente un objetivo prioritario.

Los planes de movilidad sostenible incorporan el concepto de la intermodalidad como una herramienta imprescindible para lograr una mejor integración de la red de transporte público con otros medios de desplazamiento y conseguir una movilidad más sostenible, rápida y eficaz, y de esta forma reducir la dependencia del automóvil como medio esencial de uso para el transporte.

Una red de transportes intermodal, con una rápida combinación entre los diferentes medios, en la que el desplazamiento de un lugar a otro se pueda realizar de una manera cómoda y eficaz, supondría unas mejoras en lo social y en la calidad de vida de los ciudadanos pero, además, una reducción de costes y una rentabilización económica de los recursos dedicados al transporte.

Pero, ¿qué es en realidad una estación intermodal? ¿Se limita la cuestión al diseño de un edificio? En el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos tenemos la certeza de que el objetivo de conseguir una verdadera intermodalidad, con los beneficios que ello supone para la ciudadanía, supera al mero concepto de edificio de la estación. La intermodalidad es un problema que se plantea y se resuelve en el ámbito de la Ingeniería de los Transportes, y consiste fundamentalmente en facilitar de una manera sencilla y eficaz el cambio de modo de transporte al viajero. Esto no requiere necesariamente construir un nuevo edificio que integre ambas terminales, ferroviaria y de autobuses. De hecho existen muchas ciudades europeas en las que se ha resuelto la intermodalidad mediante la construcción de nuevas instalaciones sencillas, modernas y eficientes muy próximas a la estación de ferrocarril. Es el caso de ciudades como Gloucester, Peterborough o la futura terminal de Bolton, en el Reino Unido; Brest, Limoges, Toulon o Grenoble, en Francia; o Mannheim, Oldenburg o Freiburg en Alemania. Se trata de dar una solución racional, eficiente, con un coste adecuado, al reto que supone la intermodalidad que, con frecuencia, no exige proyectar nuevos y grandes edificios singulares, de costosa construcción.

La principal dificultad que debe superarse en el transporte intermodal es el hecho de que, para cada viajero, un cambio de modo de transporte genera una inquietud que origina un cierto nivel de rechazo. El objetivo por lo tanto es hacer que este cambio sea lo más fácil y eficaz posible. Para ello, las actuaciones más comunes que se suele desarrollar son: una información común al pasajero para los distintos modos que se utiliza; un billete único integrado; una comunicación fácil entre los modos de transporte; y unas instalaciones bien comunicadas con la trama urbana, fácilmente accesibles.

Obviamente cada caso ha de ser objeto de estudio y análisis particularizado, y ha de tener en cuenta aspectos tales como el estado, funcionalidad y ubicación de las terminales existentes, los accesos actuales y futuros (aspecto importante, ya que si no se diseñan adecuadamente pueden comprometer el funcionamiento de la terminal), así como su adaptación al planeamiento urbanístico.

Esto último pone de manifiesto un asunto evidente: la necesaria colaboración entre las administraciones que tienen competencias en este ámbito (concellos, Xunta, Fomento). En estos tiempos de disponibilidad presupuestaria ajustada, una mezcla de planificación seria, sentido común, colaboración institucional y profesionalidad conforma una receta que obtendrá grandes logros en el campo de la intermodalidad y, consecuentemente, en lo social y en la calidad de vida de los ciudadanos. Los ingenieros de Caminos, profesionales del transporte y de la ordenación del territorio, han de ser necesariamente parte activa en la consecución de este objetivo.

* El autor es decano del colegio de ingenieros de caminos