La policía cree que Adrio pinchó el coche de Ana Enjamio para llevarla a casa tras la cena

e. v. pita VIGO / LA VOZ

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La jueza manda a la cárcel y sin fianza al presunto asesino de la joven, para evitar que destruya pruebas

22 dic 2016 . Actualizado a las 12:19 h.

El único sospechoso del asesinato en Vigo de Ana Enjamio ya está confinado en la prisión de A Lama. La titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Vigo, Paz Filgueira, tuvo en cuenta una de las pruebas que le entregó la policía. Los investigadores presuponen que el supuesto asesino pinchó la tarde previa al crimen una rueda del Seat Ibiza de la víctima con un punzón para que esta no pudiera llevarlo a la cena de empresa, a dos kilómetros de distancia. Su plan sería ofrecerse al terminar la fiesta para llevarla de vuelta a casa y, con esa excusa, quizás retomar la relación rota. Pero ella lo rechazó y prefirió volver con dos amigas y otro conocido. Al entrar en el portal, fue asesinada.

Las pesquisas en relación al pinchazo fueron incluidas en el expediente que le entregó la policía ayer a la jueza y por las cuales ordenó el ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza por un supuesto de delito de asesinato. Fundamenta su prisión en que ve suficientes pruebas y en el riesgo de que se fugue o que destruya pistas que podrían delatarle. Fuentes cercanas al caso recalcan que hay una acumulación de «pequeños hechos» que lo incriminan. Indicios suficientes como para desmontar su coartada.

La magistrada concluyó que, «por el momento», César Adrio Otero, vigués de 38 años, es el único sospechoso de haber apuñalado el sábado una decena de veces a la joven ingeniera de Boqueixón en el portal de su edificio en Vigo tras volver de una cena de empresa de Navidad. Las diligencias han sido declaradas secretas para que las pesquisas continúen sin que trasciendan los resultados del análisis de las huellas dactilares y sangre tomadas en el escenario del crimen, los cruces de llamadas y otros datos extraídos de los teléfonos.

La investigación continúa abierta porque los agentes recogieron el miércoles en su casa paterna de Candeán más pruebas que van a estudiar.

En el interrogatorio celebrado ayer, Adrio solo respondió a las preguntas de su abogado, al que contó su versión exculpatoria. Todo apunta a que alegó que se había ido a su casa a ducharse y luego condujo 40 minutos por autopista para visitar a sus hijos y regresó al ser llamado por la comisaría de Vigo para testificar. Los investigadores no le creyeron. Tendría que haber viajado sin dormir tras una noche de cena y fiesta. Y quedaba un tiempo por medio sin justificar.

Los agentes desconfiaron desde el principio de Adrio, sobre todo, porque las declaraciones de las amigas de Ana Enjamio coincidían en que ambos compañeros de trabajo tuvieron una breve relación sentimental y habían tenido fuertes malentendidos en los últimos tiempos. Relataron episodios en los que él la había agredido verbalmente y amenazado, y estaba obcecado al no aceptar el fin de la relación.

El implicado aparcó en comisaría, entró y los agentes lo entrevistaron. Vieron que se cerraba en banda y lo negaba todo, por lo que le comunicaron que pasaba a ser un investigado policial y le ofrecieron la asistencia de un abogado. La rapidez fue la clave para actuar. El grupo de homicidios de la UDEV desconfió de Adrio y controlaron sus movimientos todo el tiempo, para evitar que destruyese pruebas.

Llegó al juzgado con un pantalón de chándal manchado de sangre por sus autolesiones

«César, estamos aquí contigo», gritó una allegada cuando Adrio Otero entró esposado y escoltado por cuatro policías en el juzgado de violencia sobre la mujer y accedió en la sala de audiencias a las 11.28 horas. La vista se retrasó un poco porque la magistrada tuvo que organizar tres casos de malos tratos ocurridos el día anterior. La policía trasladó a las 8.53 horas al implicado a los calabozos del juzgado, dos horas y media antes de finalizar el plazo de las 72 horas para poner a disposición judicial al detenido. Los agentes exprimieron todo el tiempo disponible para recabar pruebas incriminatorias y dejar bien atado el caso.

El detenido vestía un pantalón de chándal gris que conservaba gotas y manchas de sangre alrededor de la parte alta de la prenda. Es el mismo que llevaba puesto cuando fue ingresado en el hospital Álvaro Cunqueiro tras practicarse unas autolesiones en su casa el domingo.

También portaba un jersey oscuro de cuello alto con el que se cubrió la cara para evitar ser filmado por las cámaras de televisión y los fotógrafos. Al levantar la prenda dejaba ver parte de su espalda, en la que no se apreciaban arañazos o marcas que podrían haber evidenciado que Ana tuvo opciones de defenderse. Llevaba vendadas las muñecas a causa de sus autolesiones.

Una familiar quiso entregarle una bolsa de deportes llena de ropa en los calabozos antes de ir a prisión, pero no le fue autorizado.

Los agentes que escoltaban al implicado a prisión portaban como efectos personales de él una mochila y una bolsa plástica que contenía los cordones de sus deportivas (práctica habitual con todos los reclusos), así como un estuche del tamaño de una fiambrera o un disco duro externo.

Instituciones Penitenciarias será la encargada de decidir si al recluso preventivo se le aplica el protocolo de prevención de suicidios. El organismo tendrá en cuenta el hecho de que el pasado domingo el sospechoso se autolesionó en las muñecas.

La defensa de César Adrio prevé recurrir el auto de prisión en la Audiencia.

Una profesora de la víctima: «Como alumna mía que fue, tengo el alma rota»

En la cafetería colindante con el portal del crimen, clientes y camareros siguieron con atención el desenlace de las investigaciones tras cuatro días en vilo. El envío a prisión del único sospechoso ha tranquilizado a los vecinos. Una encargada consideraba que este asesinato de violencia de género «no deja de ser desgarrador, pero el detenido no es un loco que andaba suelto por la calle y que no aparecía; entonces, la gente sí que estaría atemorizada. No es lo mismo que el autor sea un exnovio y que ya ha sido detenido por lo que hizo».

La preocupación por la seguridad en el barrio es importante porque, tras el cierre del Hospital Xeral, muchos comerciantes y vecinos se quejan de que el entorno de San Roque se queda desangelado por las noches. Una residente recordaba que, hace unos días, en la carretera provincial, la policía rescató a una maltratada encerrada en su casa. Y nadie se olvida del párroco de Santa Rita, que estuvo en coma un mes tras recibir una brutal paliza de dos ladrones.

El crimen de Ana Enjamio también fue muy sentido esta semana en la escuela de ingeniería industrial de Vigo. Una profesora llamada Dina García, con estudios en Bellas Artes, comentaba en el Facebook de la escuela sobre la joven de Boqueixón: «Como alumna que ha sido mía, tengo el alma rota. Además, como compañera de profesión, me siento que los años han pasado en balde, en todos estos años que han pasado por mí, que en mi tierra ocurran ese tipo de cosas y ese nivel... En fin, pocas cosas me han dolido tanto».

Hacía 14 meses que Vigo no registraba crímenes machistas tras una oleada en septiembre y octubre del 2015, cuando hubo tres asesinatos u homicidios de mujeres a manos de sus parejas y una madre fue apuñalada por su hijo perturbado.