Los empleados públicos piden a Feijoo pasos para recuperar el salario perdido en cuatro años

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Consideran «pescado vendido» el cobro de la extra completa

10 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los empleados que dependen de la Xunta -función pública, educación, sanidad... un total de 88.000- han levantado la mano. Se han sentido aludidos por el anuncio realizado por Alberto Núñez Feijoo en su discurso de investidura en el que expresó su intención de hacer llegar la recuperación económica a todos los gallegos. Para ellos tuvo una frase específica: «Práceme dicir que esta será a lexislatura na que recuperen o nivel salarial perdido durante a crise».

La mención generó cierto revuelo entre los trabajadores públicos, que se apresuraron a consultar con sus representantes para pulsar la dimensión de un comentario sin fechas ni cuantías. La Consellería de Facenda señala que la Xunta se comprometió a la recuperación salarial «en canto a situación económica o permitise», y recuerda que en los dos últimos ejercicios ya devolvió la paga extraordinaria suprimida en el 2012 por el Gobierno de Rajoy. Pero, además, la Xunta realizó otro recorte autonómico que supuso a efectos prácticos la pérdida del 40 % del complemento específico de otra extra entre el 2013 y el 2016 (cuatro ejercicios), lo que supone una media de 540 euros por trabajador en cada paga, en torno a un 4 % del salario total. El compromiso inicial, recuerdan fuentes de Facenda, era recuperar el 100 % de esa nómina extra en el 2018, pero en agosto se llegó a un acuerdo con los sindicatos para que se consignase ya en los Presupuestos del 2017.

«Nos quieren colocar de nuevo un pescado vendido», lamenta José Francisco Sánchez-Brunete, del sindicato CSI-F, quien lamenta que se vuelva a hacer bandera de un asunto que se pactó con las centrales -a excepción de CIG- en verano, «antes de las elecciones». Desde CSI-F reclaman a la Xunta que tras la formación de Gobierno se pueda abordar un calendario porque la aspiración irrenunciable es recuperar el dinero perdido durante cuatro ejercicios.

Ramiro Otero, de CC. OO., va más atrás en el tiempo y considera que si existe una intención real de reponer el nivel económico de los empleados públicos se deben revisar las medidas salariales tomadas desde el 2010, pero también las referidas al empleo, cuestiones que se deben plantear en una mesa de negociación. Lino Díaz, de UGT, también habla de «derechos cercenados» y espera que ahora se puedan abordar recuperaciones salariales que hasta hoy «non tocaban».

El presidente, que hoy deja de estar en funciones, le pone el termómetro a la oposición

Al filo de las siete de la tarde Alberto Núñez Feijoo podrá quitarse la coletilla de presidente en funciones. Para ello el PP deberá hacer valer las 41 actas obtenidas en las pasadas elecciones, porque ninguno de los tres grupos de la oposición tienen previsto avalar la investidura, para la que han adelantado un no al que habrá que buscarle los matices en los 35 minutos de réplica con los que van a contar, por este orden, Ana Pontón (BNG), Xaquín Fernández Leiceaga (PSOE) y Luís Villares (En Marea), además de Pedro Puy (PP).

Será la primera vez que el presidente y toda la bancada popular puedan medir la intensidad de la oposición y tendrá especial interés comprobar la carga con la que irrumpan en el estrado Villares y Leiceaga, cuyos grupos están empatados a catorce diputados, o el papel de un BNG más experimentado y crecido tras superar las malas expectativas electorales.

En su discurso del martes, Feijoo tendió la mano a la oposición para alcanzar acuerdos en cuestiones estratégicas como el AVE o la captación de fondos estatales, pero su llamada al consenso solo obtuvo la respuesta del PSdeG, que está dispuesto a buscar puntos comunes para mejorar la financiación autonómica, pero que no quiere ni oír hablar de una plácida legislatura en la que la oposición esté amordazada por una oferta de diálogo que quieren saber cómo se sustancia.

Sensaciones negativas

Los portavoces ya tuvieron oportunidad de hacer un primer análisis público de las palabras del jefe del Ejecutivo, que no escuchó de sus bocas palabras bonitas. Para Villares, se trató de un discurso «esgotado» y en contrapartida tiene previsto hacer un alegato por una Galicia más justa con los desfavorecidos, más pegado a una realidad que ve con unas gafas más pesimistas. Pontón, por su parte, tratará de enmendar la totalidad del discurso por considerarlo apegado «ao actual réxime» y dibujar una alternativa creíble para Galicia.