Tomás Fernández Couto: «Los fuegos del verano son todos porque alguien ha querido quemar»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

El director xeral de Ordenación e Producción Forestal asegura que Galicia aún está «muy lejos» de poder decir que los incendios no son un grave problema, aunque ha mejorado

12 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con muchas campañas de incendios a sus espaldas, Tomás Fernández-Couto (Ferrol, 1960) hace tiempo que prefiere no hacer mucho caso a las predicciones del tiempo que, como este año, anuncian un verano seco y caluroso y, por tanto, con más riesgo de fuegos forestales. «Todos los años, cuando empieza el verano, ha habido predicciones apocalípticas y la amenaza de que esto va a ser el infierno. La realidad es que no hay predicciones y yo cada vez me fío más del saber popular, y una persona que conoce muy bien este saber tradicional es el señor Pemán, uno de nuestros grandes meteorólogos, y hace poco dijo que este va a ser un verano de dos por tres. Dos días buenos y tres malos. Hasta se dice que cuando coincide con períodos electorales como este suelen ser más complicados, pues lo veremos y después de este año lo analizaremos», asegura.

-El dispositivo es prácticamente el mismo que en años anteriores. ¿Es suficiente?

-En materia de emergencias nunca es suficiente. Cuantos más medios tengas mejor. Pero sí son unos medios razonables que están contrastados por muchos años. Hemos enviado un mensaje estos últimos años, que es que la estructura del dispositivo antiincendios ya la tenemos definida y no hacemos ya modificaciones de un año para otro. El fuego sigue siendo un problema importante, pero el número de incendios ha bajado. Parece, por tanto, que algo más de mentalización tenemos y que todas las actuaciones que se están realizando tienen su efecto. Aún estamos muy lejos de que los incendios forestales no sean un grave problema, pero no estamos peor que estábamos.

-Los brigadistas reclaman ser bomberos forestales y que todo el operativo dependa de la Xunta.

-Aquí hay un cruce de intereses, a veces hasta sindicales. Que todos sean funcionarios no es el modelo adecuado. Lo que tiene que haber es un sistema en el que las distintas Administraciones participen. Hay quien dice que los concellos no tienen que tener brigadas, cuando muchos de los fuegos que apagamos no son forestales y sí de su competencia. Cuando vamos a un ayuntamiento sin brigada, nosotros y miembros de brigadas de otros municipios, le estamos sacando las castañas del fuego a un alcalde que no ha cumplido con su deber. En cuanto a lo de los bomberos forestales, si hablamos de un tema simplemente de denominación porque creen que su profesión se dignifica más así, pues no hay problema. Ahora, si es porque piensan que van a dejar de hacer prevención y a estar simplemente esperando como un bombero urbano a que aparezca un fuego, pues no. Ahora, también creo que, se les llame como se les llame, tienen que tener derecho a la jubilación antes de la edad general, como los bomberos o mineros. Esto es absolutamente justo y razonable.

-¿En Galicia todos los incendios son provocados, como parece, o hay más causas que explican este fenómeno?

-La actividad incendiaria en Galicia es hoy selectiva. Por ejemplo, en la costa aparece sobre todo cuando hay viento de nordés, y en el interior cuando hay baja humedad. En esos días se multiplica hasta por diez el número de fuegos. Hoy el que no ve que en Galicia los incendios son provocados es porque no lo quiere ver y la mayor prueba es cómo, cuándo y dónde se producen. El Macizo Central es buen ejemplo. Lo queman sistemáticamente. Es como una estrategia de quemar. Empiezan por un lado y por el otro hasta que lo queman entero. O por lo menos lo intentan. Me hace gracia cuando dicen que el que haya más o menos incendios depende de lo que llueva. No es así. Hay más causas, pero los fuegos del verano son todos porque alguien ha querido quemar, porque en verano está prohibido hacer fuego y por tanto no es posible hablar de accidentes. Sería como decir que alguien que iba en dirección contraria y a toda velocidad por una carretera tuvo un accidente. En verano hay solo incumplimientos graves.

-El objetivo de este año es bajar de 678 incendios y 22.656 hectáreas quemadas. Lo primero es ambicioso, lo segundo no tanto.

-Nosotros siempre nos marcamos objetivos ambiciosos, aunque sabemos que se pueden cumplir hasta cierto punto. Ahora, hacemos todo lo posible por cumplirlos. Es difícil controlar cuántos incendios van a producirse, porque como ya he dicho son casi todos, por no decir todos, provocados. Desde el punto de vista de la superficie, pues la pretensión es seguir en la línea de que el 75 % de los fuegos no superen una hectárea. A partir de ahí es difícil hacer predicciones. La reflexión que hay que hacer es por qué Galicia tiene este problema cuando no es el lugar de España en el que es más fácil que arda el monte, desde el punto de vista físico. En España hay millones y millones de hectáreas con un clima tremendamente más extremo que el nuestro que podrían arder y no arden. El problema no es el clima, el problema es que aquí quemamos. Por eso es difícil hacer predicciones. Y cuando hablamos del abandono del monte como factor que agranda el problema pues hay que decir también que este es un problema generalizado. Hay zonas donde si empiezan a arder es difícil que no cojan una cierta dimensión. En todo caso, la tendencia en los últimos años es positiva y eso significa que estamos en el camino correcto.

«El monte productivo arde menos, pero porque los propietarios lo vigilan»

La Xunta acaba de anunciar la revisión del plan forestal para apostar por las especies autóctonas en detrimento del eucalipto. De esa forma, está prevista la plantación en los próximos años de un millón de castaños. Fernández-Couto tiene claro que la directriz de avanzar en «cultura y formación forestal y en producciones sostenibles que generen riqueza y empleo» hará más productivo y valioso el monte gallego. «Y no solo con la madera, sino también con los pastos, la castaña o las setas», advierte. «El monte productivo arde menos, pero porque los propietarios lo vigilan», asegura. El ejemplo más claro es el de As Mariñas, «donde hasta duermen en el monte y hacen turnos. Arde menos, pero no porque la economía sea diferente, sino por la vigilancia», explica.