Soplete contra la avispa asiática

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

XAIME RAMALLAL

La primera «velutina» identificada en Galicia la descubrió en verano del 2011 un apicultor de Cervo que hoy elimina «unhas cincocentas» cada día

09 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«É unha cousa rara que se tira ás abellas e máis ao mel». Así definió Xesús Rubal la avispa asiática que encontró en su finca en verano del 2011 y que, poco después, se convertiría en la primera identificada oficialmente en Galicia, aunque ya había más avistamientos en la comunidad. Entonces, claro, Xesús ni se imaginaba que tenía entre los dedos una pequeña bomba de relojería, pero capturó varios ejemplares en su huerta de Rúa, una parroquia de Cervo (A Mariña lucense), las metió «nun bote con alcohol» y se las pasó a los entendidos, sorprendido por la contumacia con que devoraban sus abejas.

Una de esas muestras le llegó al veterinario de Lugo Pablo Piñeiro, que hoy preside la Asociación Provincial Lucense de Apicultores. «Sospechaba que podía ser algo importante -explica Piñeiro-, así que envié una avispa al Centro Agrario de Marchamalo (Guadalajara), una institución de referencia en investigación apícola. «Me llamaron para confirmar que se trataba de una velutina -continúa-, a diferencia de las falsas alarmas que les llegaban de toda España. Pero no pudieron darme una respuesta por escrito por carecer de competencias en Galicia». Con la versión oficiosa en la mano, Piñeiro comunicó el hallazgo a varios organismos, «entre ellos la Xunta».

Han pasado cuatro años. Hoy los apicultores asisten impasibles al desarrollo imparable de la especie. La Vespa velutina, que entró por A Mariña desde Asturias, siguiendo la vía del Feve, tiene presencia ya en casi toda Galicia -algo menos en el interior que en la costa- y amenaza seriamente a la población de abejas.

Xesús, el pionero de Cervo, libra hoy una particular batalla con las avispas que incluye armas de fuego. «Mátoas co soplete, en pleno voo. O outro día contei 155. Quéimolles as alas e remátoas co zapato, porque mentres non fan o clac non morren». Pero el dato más abrumador sale de las trampas que tiene diseminadas por la finca: «Saco entre dous e tres quilos de avespas diarios, unhas cincocentas. Póñolles viño, cervexa..., pero válelles calquera cousa: o sangue dun pito e mesmo os restos do marisco».

Las cifras oficiales también son incontestables. Según Medio Rural, la Xunta retiró 572 nidos en el 2014. En lo que llevamos del 2015 van 2.942. Siguiendo esa proporción, a final de año serán unos 3.500, lo que significa que la especie invasora multiplicaría por seis su presencia en solo 12 meses.

Un incontenible banquete de abejas ante el que «pouco se pode facer»

Xesús Rubal tenía más de veinte colmenas en su aldea de Cervo. Le quedan 15, y muy mermadas. Su futuro como apicultor no es muy halagüeño. «E que pouco se pode facer. Ao meu veciño xa non lle quedan colmeas», lamenta. En sus reflexiones queda hueco también para la resignación: «Hai moitos niños de avespas; sete ou oito aquí mesmo. Antes chamaba para ver se os quitaban, pero agora non aviso a ninguén porque xa non veñen».

Actitud que, en su opinión, poco ha cambiado desde aquel día de verano de hace cuatro años en que observó aquella primera velutina. «A primeira avespa veu ao mel. Despois aparecera o niño nun eucalipto e pasaran por aquí a facerlle fotos. Non lle fixeron máis nada. Caeu só».

Tres mil nidos

Y no será porque los apicultores no se movieron. El veterinario Pablo Piñeiro, al recibir la confirmación de la identificación de la especie desde Marchamalo, envió correos electrónicos «a un montón de asociaciones», además de informar a la Xunta. «Perdimos varios años hasta que se puso en marcha» la maquinaria oficial, lamenta. «En el 2013 se sacaron unos cien nidos, hoy estamos en tres mil», resume.

Y estos son solo los que retira la Xunta, porque hay que contar además con los que sacan los concellos y los propios apicultores. La cifra total estimada en Galicia para todo el año en curso está en torno a cinco mil nidos.