El prófugo del «Prestige» que no halló Interpol estaba en Facebook

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

La sentencia ironiza sobre la falta de interés policial en la búsqueda, otro ejemplo de la nula colaboración internacional que arruinó la instrucción. Sigue aquí toda la información

18 nov 2013 . Actualizado a las 16:38 h.

La sentencia del Prestige contiene algunas muestras de genuina retranca, de la que el presidente del tribunal, Juan Luis Pía, hizo gala durante las largas jornadas del macrojuicio. En este caso, el asunto que motivaba la ironía se centraba en la incomparecencia al juicio del primer oficial del petrolero, el filipino Ireneo Maloto, a quien la Audiencia de A Coruña ordenó buscar de nuevo en junio del 2012, unos cinco meses antes de que diera comienzo el macroproceso. En el fallo que se leyó el pasado miércoles, el ponente dijo esto sobre el marino prófugo. «Debe excluirse de toda consideración en esta sentencia al acusado Ireneo Maloto, sencillamente porque no ha sido enjuiciado y sigue en situación de rebeldía, pese a facilitarse a la policía datos relativamente fiables sobre su paradero, obtenidos con un acceso elemental a la red Internet». En este texto queda claro el recado que el tribunal envía a Interpol, encargada de ejecutar en Filipinas la orden de búsqueda del primer oficial.

Quizás ya no sea relevante porque los dos compañeros con los que compartía acusación, el capitán y el jefe de máquinas, han sido absueltos del delito más grave contra el medio ambiente. Pero sí arroja más luz sobre una falta de colaboración internacional que está en buena medida en la raíz del fracaso de la instrucción judicial y, en consecuencia, del juicio. El «acceso elemental» a Internet al que se refería el tribunal es la cuenta de Facebook que el marino filipino habría tenido abierta desde el 16 de abril del 2011, aunque al parecer fue clausurada durante un tiempo. En realidad solo ha sido utilizada desde marzo del año pasado.

Información suficiente

En su perfil de Facebook apenas hay entradas y solo cuatro fotografías -dos fotos para su perfil con uniforme de capitán y dos imágenes del mismo vehículo-. Pero sí hay información suficiente para al menos iniciar una investigación «elemental», como diría el presidente del tribunal. Así, Maloto precisa que vive en Las Piñas (Rizal) una zona muy próxima a la capital, Manila. De hecho forma parte de su área metropolitana. Ya es capitán -estudió en la Academia Marítima de Iloilo- y trabaja desde 1999 para la empresa Interoient Maritime, una compañía que tiene en su nómina a oficiales y marineros filipinos de los que se surten empresas armadoras de todo el mundo. Forma parte de esta empresa desde 1999, por lo que es probable que la operadora del Prestige lo fichara para el petrolero a través de esta firma. Ireneo Maloto habla inglés y cinco idiomas filipinos (tagalo, hiligainón, karay-a, samareño y cebuano). Curiosamente incluye el griego como idioma, quizás por sus viajes en barcos con propietarios de ese país, como era el caso del Prestige. Se casó en marzo del 2012.

Maloto tenía 38 años cuando se embarcó en el Prestige en San Petersburgo y personas que tuvieron contacto con él en el barco como el inspector Serafín Díaz -que fue al Prestige a arrancar la máquina- aseguran que era la persona más colaboradora entre los mandos del petrolero. No ha quedado claro, pero parece que fue el autor o coautor -junto con Mangouras- del croquis en el que se explicaba la avería inicial del buque, una prueba a la que la Fiscalía y la Abogacía del Estado dieron mucha importancia, pero que finalmente el tribunal ha pasado por alto.

Al borde de los 50 años, el capitán Maloto está en el apogeo de su vida profesional. Suele pasar amplias temporadas en el mar y asistir a un juicio durante ocho meses habría sido mucho más traumático que para Mangouras o el jefe de máquinas, Nikolaos Argyropoulos, pues ambos están jubilados. En la sentencia se cuestiona la insistencia de gran parte de las acusaciones en mantener su petición de penas para el primer oficial del Prestige. Es «poco explicable», se alega. «Todas las peticiones de condena que hacen referencia al primer oficial son inaceptables por inatendibles, ya que nuestro derecho, por fortuna, apenas conoce los juicios en rebeldía o en ausencia», añade el fallo.