Mucho que ganar

Roberto Antón TERAPEUTA FAMILIAR

GALICIA

04 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La violencia ejercida de hijos a padres es un fenómeno nuevo, que desgraciadamente está creciendo exponencialmente en los últimos años, y a pesar de que su prevalencia no es todavía significativa, sí es cierto que en el interior de muchas viviendas de Galicia se están estableciendo unas relaciones que provocan mucho sufrimiento en las víctimas y que son un pésimo aprendizaje para los agresores. Este tipo de conductas no suceden únicamente en nuestra tierra, ya que estudios transculturales señalan un avance progresivo en entornos tan dispares como Japón, Estados Unidos o diferentes países europeos, convirtiéndose en un fenómeno que se está globalizando en las sociedades desarrolladas.

En una primera aproximación, surgen muchas preguntas sin respuesta sobre los motivos que llevan a un joven a insultar, vejar, amenazar o golpear a su propia madre o a su padre, y los primeros datos están apuntando en dos direcciones. Por una parte señalan la relación existente entre estilos excesivamente permisivos o muy autoritarios con la aparición de este tipo de problemáticas, y por otra señalan la relación entre este tipo de violencia con haber sido testigo de situaciones de violencia machista en la infancia.

No me cabe duda de que más allá de buscar los factores determinantes de este tipo de conductas, que son el resultado de múltiples variables diversas en constante relación (la cultura, el entorno, los medios de comunicación, el sistema educativo, la familia?), la clave está en encontrar conjuntamente las soluciones, y no soluciones globales, como si fuesen una especie de recetas mágicas, sino soluciones adaptadas a cada familia, a cada víctima y a cada agresor, de modo que se pueda reconstruir un nuevo tipo de relación, una relación basada en el respeto mutuo, y que destierre la violencia como método de lograr beneficios, interiorizando otros modos de conseguir lo que se desea. Reconstruir aquello que se ha roto es una labor conjunta, y para su éxito es necesario que las distintas partes se impliquen en la creación de una nueva relación, teniendo en cuenta que esta tarea conlleva esfuerzo, pero que se trata de recorrer un camino en el que hay mucho que ganar.