El misterio de los Basterra Porto

Mario Beramendi Álvarez
mario BERAMENDI SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Socorro Ortega, Rosario Porto y la pequeña Asunta y en el banco, Francisco Porto
Socorro Ortega, Rosario Porto y la pequeña Asunta y en el banco, Francisco Porto P. R.

Los abuelos de la niña, Socorro Ortega y Francisco Porto, eran una pareja muy implicada en la vida social compostelana

27 sep 2013 . Actualizado a las 23:05 h.

La truculenta e inesperada historia de la muerte de Asunta ha golpeado con tal intensidad el ánimo colectivo que tiene a la sociedad sumida en la perplejidad más absoluta. Igual que una sombra, la pregunta persigue a todos: cómo una familia que proyectaba su vida social con tal normalidad ha podido verse salpicada en algo tan siniestro. Y es esa distancia enorme lo que desencadena la consternación y lo que explica que el foco del misterio se pose sobre el lugar jamás imaginado.

La vida de Rosario Porto y Alfonso Basterra, padres adoptivos de Asunta, no podría desvincularse de la de los padres de la detenida. Él, Francisco Porto, abogado, y ella, Socorro Ortega, conocida como Curro, profesora universitaria de Historia del Arte, ambos rectos en sus convicciones, religiosos, educados y grandes conversadores, que desplegaban una intensísima vida social. Era frecuente verlos paseando con su nieta adoptiva por Santiago, con ese aire de tranquilidad que da el retiro tras una exitosa vida laboral. Francisco Porto fue durante décadas uno de los abogados más conocidos y con mayor prestigio profesional de Santiago. Con despacho en una de las calles del centro de la ciudad, Porto Mella, amante del tenis, amasó un importante patrimonio en tiempos en los que se contaban con los dedos de una mano los miembros de la élite de la abogacía en Compostela. Hombre con inquietudes diplomáticas, fue cónsul de Francia en Santiago, título que le legó a su hija Rosario y que propició que la joven adquiriera una mayor notoriedad social a partir del año 2001. La madre de Asunta, ahora detenida, no quiso quedarse con el despacho de abogacía del padre y abrió el suyo propio en la misma calle.

Rol de padre

Los años sucesivos todo fue discurriendo con plácida normalidad. La pequeña Asunta era cada vez menos pequeña. Y Alfonso Basterra, periodista, fue desvinculándose de su actividad laboral para atender los cuidados de la niña. Era frecuente verlo sonriente por la calle, feliz en su rol de padre. Una familia acomodada cuya vida discurría por el carril de la costumbre sin evidencias externas de problema alguno. Ni la muerte de Socorro Ortega, que falleció en diciembre del 2011 en su domicilio de General Pardiñas mientras dormía, alteró esa percepción social. Los mayores, llegados a una edad, siempre pueden irse. Y Socorro tenía 78 años. Siete meses después, a los 88 años, en idénticas circunstancias, en el mismo lugar, moría su marido. Amigos y allegados no pudieron más que lamentar una fatal coincidencia. Pero Rosario, hija única, inicia desde el 2011, antes de fallecer su padre, una enmienda a la totalidad a su vida: se desvincula del trabajo, se separa y empieza a cultivar sus aficiones.

Hasta el punto de que se matricula en un programa de arte y estudia incluso unas prácticas en un museo extranjero en el verano del 2012, proyecto que suspende por el fallecimiento de su progenitor. En una mujer acomodada, que habría heredado un importante patrimonio, tampoco estos hechos alteraban el orden de las cosas. Pero lo sucedido el pasado fin de semana ha emborronado hasta el despiste todo el cuadro familiar sin que muchos acierten a encontrar una explicación. Constatado el hecho de un homicidio, los esfuerzos de los investigadores se centran, como es lógico, en confirmar con pruebas quiénes fueron los autores. Pero eso quizás no sirva para apaciguar la inquietud de unos ciudadanos que tratan de recomponer las piezas un jarrón hecho trizas el sábado. Por eso en la calle se suceden preguntas como qué relación mantenían en vida Socorro y Francisco con su hija, qué papel jugaba Alfonso Basterra, qué importancia pudo tener el patrimonio familiar, cómo era la convivencia diaria de Asunta con su padre y su madre, cuándo, cómo y por qué pudo idearse, si lo hubo, un plan de homicidio. Muchas preguntas para algo difícil. Explicar lo inexplicable.