Un hombre viaja 4.000 kilómetros para matar a su exmujer en A Coruña

Alberto Mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Se presentó en la casa donde trabaja de asistenta la víctima, que es la primera marroquí que se divorció en Galicia

19 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace dos años le juró que la mataría. El martes lo intentó. Y no lo hizo de milagro. Viajó de Marruecos a Francia y de ahí a A Coruña. Se apostó frente a la casa donde su exmujer trabaja como asistenta. Llamó al timbre, le abrió ella y la cogió por el cuello, arrastrándola hasta el fregadero, donde le metió la cabeza y empezó a darle martillazos. La suerte fue que en la casa se encontraba el propietario, un hombre fuerte que pudo sacárselo de encima y hacerlo huir. Antes, le prometió a ella que mataría a los tres hijos que tienen en común. Inmediatamente, la policía fue a buscar a los pequeños al colegio para darles protección mientras no aparecía el maltratador. Lo detuvieron por la noche y ayer pasó a disposición judicial. Ya está en prisión.

Hafidi, que así se llama ella, se dio a conocer hace dos años por ser la primera mujer marroquí que se divorciaba en Galicia. Releyendo el reportaje que se publicó entonces en La Voz, uno se imagina un infierno. Se habían conocido en Marruecos y él decidió probar fortuna en España. Se vino solo y a los pocos años la convenció para que siguiera sus pasos. Con tres hijos. Pronto comenzaron las estancias en la casa de acogida, las denuncias, el marido arrepentido, el perdón, el vuelta a empezar... Para entonces, la pareja tenía cuatro hijos, el último nacido ya en España. Hasta que Hafidi dijo que hasta ahí llegaba. Fue así como se convirtió en la primera marroquí en solicitar el divorcio en Galicia.

A él lo juzgaron por malos tratos y le impusieron una orden de alejamiento. Estaba en el paro y regresó a Marruecos. Ella pensó que por fin estaría a salvo, que nunca volvería a cumplir la macabra promesa.

Esperó frente a la casa

Este martes, después de viajar en coche desde Marsella, se apostó frente a la puerta de la casa donde ella lleva muchos años trabajando como asistenta. Con un amigo. Según una testigo, permanecieron en el coche dos horas. A las once de la mañana, el maltratador entró en el chalé. En una mano llevaba un martillo envuelto en plástico y en la otra una bolsa llena de papeles. La policía trata de averiguar si lo que quería era simular un robo, matarla y borrar sus huellas.

El propietario de la casa corrió a la cocina al oír el primer grito. Vio a su empleada intentando esquivar los martillazos de su exmarido. Se lo quitó de encima. El hombre huyó cuando la hija de los dueños gritó que iba a venir la policía.