Hablan los dueños de casas rurales: «Hay chicos que van a las fiestas preparados para hacer daño»

E. Forján / X. M. NEGREIRA, SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Dueños de casas rurales creen en la premeditación de los actos vandálicos

12 abr 2013 . Actualizado a las 12:32 h.

«Para facer grafitis hai que vir con esprais ou con pintura, porque na casa non hai e por aquí non se vende». La frase es de Helena Vázquez, propietaria de Casa de Costoia (Ames), que sufrió numerosos destrozos durante una fiesta de cumpleaños la pasada Semana Santa y es uno de sus argumentos para concluir que «hai rapaces que van ás festas nas casas rurais preparados para facer dano».

La premeditación es una de las líneas de investigación de la Guardia Civil para esclarecer las circunstancias en las que se produjo la destrucción de la casa de turismo rural A Ribeira do Tambre (A Baña) en la madrugada del pasado domingo. Su propietaria, Belén García, cree que en los actos de vandalismo, que mantendrán varias semanas cerrado su negocio, hubo una parte de planificación que pudo dar origen a la orgía de devastación del inmueble.

La oleada de destrucción que afecta a las casas de turismo rural del entorno de Santiago ha disparado las alarmas en este sector, que ha empezado a tomar medidas preventivas. La Asociación Campo e Mar, que reúne a casas de la zona, acordó no alquilar inmuebles completos a menores de 25 años para celebrar fiestas. Por su parte, la Federación Galega de Turismo Rural (Fegatur) ha solicitado una reunión con la Axencia Galega de Turismo para estudiar qué medidas se pueden adoptar.

Pagar justos por pecadores

El presidente de Fegatur, Cesáreo Pardal, cree que al no alquilar a los jóvenes «van a pagar justos por pecadores» y plantea otras medidas como que, al formalizar el registro de entrada, la persona que alquila la casa asuma documentalmente que «se hace responsable de todos los daños que puedan ocasionarse».

Javier García, cotitular de la gestión de Casa Gasamáns (Ames), también ha sufrido recientemente la experiencia del vandalismo en su negocio durante una fiesta, pero tiene dudas sobre la prohibición del alquiler a los jóvenes. «Tivemos rapaces de 18 anos que deixaron a casa en perfectas condicións», afirma. No fue lo que ocurrió el pasado 15 de febrero, cuando una joven que estudia en la USC reunió a sus amigos en Gasamáns para celebrar su 18 cumpleaños. Destrozaron mobiliario, cuadros y lámparas, mancharon las paredes tirando botellas de bebidas, vaciaron extintores, rompieron baldosas y una pileta del baño y tiraron en el jardín el menaje con comida dentro. «A rapaza colleu medo e pediu que non denunciaramos porque íase facer cargo a súa nai», explica Javier García.

Ana Iglesias, que acaba de cerrar definitivamente una casa rural en Raíces, también en las inmediaciones de Santiago, tras sufrir constantes desperfectos durante fiestas juveniles, está convencida de que hay premeditación en estos actos vandálicos, pero no tanto porque los provoquen los organizadores o las personas a las que estos invitan directamente, sino porque se «se lles va das mans e veñen outros que saben da festa pero non estaban invitados». En la casa de Raíces empezaron a pedir los carnés de identidad a todos los asistentes a las fiestas -no solo a quienes formalizaban el alquiler- tras los primeros casos de desperfectos. Sin embargo, dice Ana Iglesias, «sempre aparecían rapaces máis tarde».