Mangouras: «Con el rumbo noroeste el Gobierno nos llevaba a ahogarnos»

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

El capitán admitió que en una revisión detectó corrosión en la zona de la avería inicial

14 nov 2012 . Actualizado a las 10:28 h.

Los nervios estaban bajo control al principio, pero la memoria es frágil. A sus 77 años, Mangouras se mostró templado y seguro en la primera hora de una declaración judicial en la que finalmente responderá a los actores clave: el tribunal, la Fiscalía, la Abogacía del Estado y su propio letrado. Su abogado aseguró que, «por su avanzada edad», no aceptará preguntas de las decenas de abogados de las acusaciones particulares y populares. Su declaración, por tanto, se simplificará sensiblemente. Pero el primer día se dedicó en exclusiva al larguísimo interrogatorio de fiscal Álvaro García Ortiz. Y en esta tanda fue patente el rencor hacia las autoridades españolas y sus decisiones, especialmente el rumbo noroeste elegido inicialmente. «Nos llevaron a un féretro flotante, a ahogarnos», dijo.

El capitán del Prestige podrá ser una presencia durmiente durante buena parte de los siete meses de juicio, pero ayer era su día. Y la frase «no lo recuerdo» fue la más pronunciada al principio. Cuando le preguntaron por los responsables de Universe Maritime y de Mare Shipping, las empresas propietarias. Cuando le preguntaron por su primer oficial, Ireneo Maloto. Cuando le preguntaron por los representantes del armador en España. Cuando le preguntaron por el sueldo de sus marineros... Las lagunas de memoria son comprensibles cuando han pasado 10 años y se tienen 77. Pero lo curioso es que fueron a menos cuando las preguntas del fiscal empezaron a intranquilizarlo. En algunos momentos a enfadarlo. Y, finalmente, a emocionarlo.

El estado del barco

La intención del interrogatorio inicial de la Fiscalía era demostrar que Mangouras no fue todo lo escrupuloso que debería a la hora de retomar el mando del buque y, sobre todo, no se preocupó como debería de los defectos estructurales y de otra índole que había denunciado en el libro de navegación su predecesor al mando del buque, el capitán Kostazos. Mangouras aseguró que esa documentación la analizaba cuando estaba en alta mar, pero no mientras estaba en puerto. En cualquier caso, sí aseguraba que algunos de estos recados «no estaban relacionados con la seguridad». Y no cree que haya sido «alertado» en sentido estricto por su predecesor del mal estado del petrolero.

Uno de los momento clave del interrogatorio llegó pronto. Fue cuando el fiscal se sumergió en las decenas de alertas que en distintos documentos, algunos firmados por Mangouras, avisaban del supuesto mal estado de los tanques de lastre, donde se produjo la avería inicial. Se trataba de ahondar en el talón de Aquiles del petrolero, donde estaba la debilidad que provocó un accidente que solo estaba pendiente de llegar al fin de la cuenta atrás. Una de las advertencias del capitán Kostazos refería grietas y corrosión en esos tanques. Y Mangouras respondió: «Cuando tomé el relevo inspeccioné los depósitos de lastre y no observé ninguna rotura. Sí que vi corrosión, pero yo no soy técnico y no sé interpretarla», dijo.

«Grietas en el discurso»

Parecía que el fiscal sí que había encontrado una cierta fisura en el discurso. Pero pueden ser solo apariencias. Los abogados de Mangouras siempre pueden condicionar cualquier defecto en el buque a los fallos en la inspección de la clasificadora. Mangouras estaba interesado en que el tribunal supiera que se preocupa por el estado del Prestige. «Miré algunos puntos del barco, hice una inspección y volví a examinarlos justo antes de salir de San Petersburgo», añadió.

En el diálogo, hasta ese punto muy correcto, salieron los otros cuatro petroleros del armador -uno accidentado, otro detenido por burlar el embargo al petróleo iraquí- y la flota de buques gemelos del petrolero accidentado -todos desguazados poco antes de que el Prestige emprendiera el último viaje-; también la lista de países -unos quince- en los que el petrolero tenía prohibida su entrada a puerto. «¿Sabía esto?», le preguntó el fiscal. «No, no lo sabía». En cualquier caso, siempre se separó de la responsabilidad de las inspecciones que realizaba ABS, aunque en un documento con su firma aparecían los tanques de lastre en el espacio destinado a detallar deficiencias.

Llegó el momento de hablar del rumbo elegido el 14 de noviembre, cuando el remolque era firme, y las autoridades ordenaron el rumbo 330, hacia el noroeste, mientras la dirección que él solicitaba era hacia el sur. Acusó a la Administración marítima española de meter a las ocho personas que en ese momento iban en el barco en un «féretro flotante», «a ahogarnos», pues el buque, en su opinión, iba directo al temporal.