Julius encontró su final en Lugo

X. Carreira / J. Becerra LUGO, A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Fallece el alemán que vagabundeaba por Galicia desde hace seis años

09 feb 2012 . Actualizado a las 12:03 h.

Ya no tendrá que pasar más noches en las calles. El alemán Julius Lederer, de 31 años, el vagabundo más conocido de Galicia, falleció en la madrugada del domingo al lunes en una habitación de la unidad de psiquiatría del hospital de Lugo. Hacía tres meses y medio que estaba ingresado allí.

Había entrado el pasado 22 de noviembre, según diversas fuentes, cuando padeció un episodio de esquizofrenia. Algunas de las personas que tuvieron oportunidad de verlo ya ingresado aseguraron que estos últimos dos meses y medio fueron para él otro mundo. Un mundo con un confort que no tenía desde hace muchos años. Estaba limpio, cuidado y comía puntualmente. Sin embargo, no falta quien cree que Julius, al que costaba entender, echaba de menos la calle.

La muerte le sobrevino de forma súbita. Parece que algunos sanitarios que conocían su estado no se esperaban ese fatal desenlace. De su fallecimiento fue informado el Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo, que se encontraba de guardia durante el pasado fin de semana. Un forense realizó la autopsia al cadáver. Sin embargo, no trascendieron las causas del óbito. De todos modos, el asunto judicialmente está cerrado porque se trataría en todo caso de un fallecimiento por causas naturales.

La historia de Julius en Galicia arranca en A Coruña, en el 2006. Durante el verano de aquel año llamó la atención a los viandantes un joven que permanecía impertérrito en la calle Real, en pleno centro, con un letrero que indicaba «40 céntimos». Entonces lucía un aspecto saludable y una estética que sugería que se trataba de un trotamundos más que pasaba unos días estivales en la ciudad. Sin embargo, se quedó hasta el 2011 y se convirtió en una de las personas más conocidas de A Coruña.

Su aspecto fue deteriorándose día tras día y, ya en el 2008, empezó a disparar todas las alarmas. Envuelto en bolsas de basura y harapos, con la piel tiznada y arrastrando un olor nauseabundo, su presencia generaba malestar entre muchos vecinos. Aunque siempre se mostró pacífico y educado, aquel olor desagradable era capaz de vaciar todo un supermercado si él accedía a su interior.

Rechazaba la ayuda

El teléfono del 092 coruñés no paraba de recibir llamadas de ciudadanos. Y siempre ocurría lo mismo. Los agentes se acercaban adonde estaba y obtenían la misma respuesta: «Me encuentro bien y soy feliz». Quería vivir así y rechazaba cualquier tipo de ayuda. La de los Servicios Sociales y la de los vecinos que se acercaban a él para ofrecerle dinero, ropa o comida. Cobraba una pensión, dormía algunos días a cubierto y, cuando se agotaban los fondos, volvía a los portales de la calle San Andrés, Alfredo Vicenti o el jardín de Cuatro Caminos.

En el 2010, tras aparecer desnudo en la playa de Riazor, fue detenido y llevado al juzgado de guardia. El juez ordenó su traslado al Hospital A Coruña para que hicieran un informe. Pero este no refrendó su ingreso y Julius siguió con su vida. Mientras, la pintora Beatriz García Trillo le dedicaba obras y en el carnaval coruñés del 2011 se dejaban ver personas disfrazadas de él.

Meses después, Julius empezó a moverse a municipios limítrofes como Oleiros, Culleredo y Sada. Luego, pasaría a Ferrol y Cedeira. Y, posteriormente, a Viveiro y Foz hasta recalar en Lugo, en donde vivió sus últimos días, lejos de esa libertad a la que apelaba cuando decía: «Soy un ciudadano del mundo y me gusta vivir así».