Nuestra crisis demográfica se agrava

GALICIA

16 ene 2011 . Actualizado a las 07:00 h.

ace ahora diez años elaboré un informe demográfico sobre Galicia, con el horizonte en el 2010. Ahora, al terminar el año, revisé los pronósticos. Lo que entonces me parecía un abismo se ha convertido en lamentable realidad. Verdaderamente nuestra situación demográfica es grave y todo indica que, si no tomamos medidas, aún será peor en el futuro. Ni siquiera el área demográfica de Vigo, que entonces era la de mayor crecimiento vegetativo, ha pasado de un crecimiento poblacional lento. El área de A Coruña, con su estructura demográfica más envejecida, ha sido la de mayor crecimiento real. Otras dos ciudades tienen los mayores crecimientos relativos, Santiago y Lugo. En el resto, salvo casos puntuales y afortunados, solo queda despoblamiento, envejecimiento, desactivación y una cadena de involución de difícil remedio. Lo peor es que las posibles soluciones, es decir, el aumento de los nacimientos, la creación de empleo y la atracción de nuevos residentes se enfrentan a un nuevo fatalismo provocado por la crisis y por el modelo de división internacional del trabajo asociado a la globalización. Mientras, alrededor de diez mil jóvenes de entre 25 y 34 años, formados en nuestras universidades en su mayoría, salen cada año de Galicia hacia una nueva emigración, que como la anterior se lleva personas muy capaces y con iniciativa. Justo lo que aquí precisamos.

Puede afirmarse que por mucho incremento de los nacimientos que se produzca, nuestra crisis demográfica no se solucionará. Una parte considerable de la solución queda fuera del ámbito demográfico: hace falta creación de empleo, aumento de la productividad y mejora de la calidad de vida. Esos son los factores que explican el crecimiento metropolitano coruñés y compostelano. De nada vale decir que hay que tener más hijos si no se garantiza la oferta de empleo futura. Todos sabemos que la demografía cambia de tendencia cuando la economía también lo hace, porque depende mucho de las expectativas de los potenciales padres; tal como está el panorama, pocas noticias esperanzadoras nos aporta el modelo actual. También la Xunta debería dejar de gastar esfuerzo y dinero en inversiones no productivas, en políticas industriales subvencionadoras de dudoso resultado y en propuestas despilfarradoras, para primar la creación de empleo privado de calidad y promover un pacto político y empresarial con ese mismo objetivo. Nos sobran muchas cosas prescindibles. Tal vez sea el tiempo de romper con tantos moldes heredados y proyectar el futuro desde un nuevo pensamiento revitalizador, mirando menos hacia dentro y más hacia fuera. Creo que sobran visiones «de país» y faltan visiones globales. El grave problema que tenemos no lo arregla el Apóstol, y mucho menos, la Ciudad de la Cultura.