El burrito Toxiño vuelve a su casa de Valdoviño

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL

VALDOVIÑO

Silvia

Desapareció de su finca de Lago hace tres semanas y su dueña tuvo que volver a comprarlo en una feria de Castro de Rei, donde lo encontró temblando de miedo

30 dic 2019 . Actualizado a las 19:15 h.

Poco antes de las Navidades Toxiño, un burrito de Valdoviño que obedece como un perrito, desapareció de su casa. Su propietaria, Silvia Fernández, se dio cuenta enseguida de que se trataba de un robo, porque Toxiño nunca se había movido de finca que rodea a esta vivienda de Lago en sus dos años de vida y porque llevárselo era de lo más sencillo debido a su mansedumbre. Así que contactaron con protectoras como El hogar de Wilbur y comenzaron a activar una campaña en las redes sociales y entre todos los conocidos.

«Ayer (por el viernes) nos avisó un amigo de que había un burrito en una feria de Lugo, en Castro de Rei, que podía ser él, así que alerté a la Guardia Civil para que se acercase mientras no llegábamos y no lo vendiesen a nadie», explica la dueña de un animal que asegura que tiene «complejo de perro». Tal vez por eso cuando Silvia llegó a la zona del ganado de la feria de Castroverde Toxiño se puso a rebuznar y a dar saltos como si fuese un cachorro canino. «Nunca había estado atado y por eso estaba muerto de miedo, temblaba por todo lo que le ha pasado en estas casi tres semanas que ha faltado de casa», cuenta Silvia, que tuvo que negociar con las personas que tenían a su mascota.

Volver a comprarlo

Los tratantes que pusieron a la venta a este burrito pedían 80 euros y Silvia tuvo que llegar a un acuerdo económico para recuperar a su Toxiño: «Les enseñé muchas fotos que tengo con él, pero no podía demostrar nada más, porque no tiene chip, así que para no montar más follón y traerlo de vuelta a casa les pagamos», detalla la propietaria de un animal que ya tiene cita para que le implanten el microchip, como a un perro. «Se ha criado con un bóxer y con un bodeguero, juega con ellos como si fuese uno más, pero a partir de ahora le pondré un chip para no tener más problemas», dice sobre un animal que en adelante llevará a casa de un amigo cuando tenga que ausentarse, a pesar de que cuando desapareció Toxiño apenas lo perdió de vista durante una jornada. «Le doy de comer por las mañanas y me fui a clase, pero al día siguiente ya no estaba», precisa sobre una desaparición que la ha tenido en vilo durante todas las Navidades. «Fuimos a muchos sitios donde nos decían que había un burrito parecido, pero nunca era él, hasta esta vez que lo vio un amigo de un amigo, nos avisó y nos fuimos a toda prisa», explica sobre un viaje de cien kilómetros que realizaron el pasado viernes a toda prisa.

Toxiño es un burrito muy singular, por las manchas de su pelo y por su tamaño, algo que jugó en su favor a la hora de buscarlo, aunque su talla también pudo ser una de las causas de su desaparición. En cualquier caso, sus dueños tienen claro que a partir de ahora reforzarán las medidas de seguridad en la parcela para no tener otro susto similar y sobre todo le implantarán el microchip para incluirlo en la lista de animales censados de la Xunta y que deja claro la propiedad de los animales.

Gala es un setter inglés con manchas marrones que su propietaria, Blanca García Agulló, busca desde hace semanas. De hecho, ofrece 400 euros de recompensa a quien la encuentre y se la devuelva sana y salva. Desapareció el pasado 12 de diciembre. Si alguien tiene información puede llamar al teléfono 607 495 364.

Dora falta de su casa desde el domingo día 22. Su familia de Goente, en As Pontes, la ha buscado por todos lados y explican que va sin collar, pero tiene el microchip. En El Hogar de Wilbur se pueden aportar datos.

A principios de agosto los fuegos artificiales asustaron tanto a Turka que salió corriendo de su casa de Narón. Su familia no deja de buscarla e incluso recogen firmas para que se limite el uso de la pirotecnia.

Silvia

Toxiño juega, corre, salta y se revuelca como un perro, porque se ha criado en Valdoviño con un boxer y un bodeguero (en la imagen). Desde hace dos años pasa las jornadas en una finca que está cerca de la casa de sus propietarios y que lo adoptaron a un vecino que cuenta con más ejemplares y no podía tenerlo.