Ellos son hombres en un mundo de mujeres. ¿Quién lo iba a decir? Antiguos trabajadores de la construcción, marineros cuyos barcos salen poco del puerto y desempleados de los más diversos sectores han encontrado en el marisco su segunda oportunidad. Las mariscadoras en la cofradía de O grove no los ven como intrusos: «o importante é que teñamos marisco»
08 mar 2015 . Actualizado a las 09:50 h.Los protagonistas de este reportaje comparten algo más que profesión. Hasta llegar adonde se encuentran ahora tuvieron que plantearse la siguiente elección: o rendirse o volver a empezar. Optaron por la segunda y en un entorno a priori hostil, o al menos podemos decir completamente desconocido. Trabajadores de tierra reconvertidos en hombres de mar y en un sector que hasta el momento solo interesaba a mujeres. El marisqueo de a pie. Su decisión cogió por sorpresa a la Cofradía de O Grove. Cuando a principios del año pasado convocó plazas para cubrir las vacantes, la lista estaba monopolizada por nombres masculinos. El paro ya había animado a algunos antes, pero nunca con tanta contundencia. De golpe, 27 nuevos trabajadores desembarcaron en sus playas. Toda una novedad en unos arenales dominados tradicionalmente por ellas. Solo en esta cofradía hay cerca de 400 mujeres. Hijas, nietas y hasta bisnietas de mariscadoras. «Homes antes só había un ou dous, casos contados», comenta Lola Gondar, la vicepatrona. La responsable de las mariscadoras en el pósito asegura que, lejos de verlos como unos intrusos, les han hecho un hueco. «O importante é que teñamos marisco, logo sitio hai para todos. ¡Incluso temos universitarios!», resalta.
A cierta distancia, la ropa de aguas impide que se aprecien cambios en la fisonomía de los que rebuscan bajo la arena las almejas. Ellos pasan desapercibidos, aunque, si nos acercamos, algo ha cambiado. «Tes que ter moito tacto durante as conversas», bromea Serafín Pérez. Con 47 años es una de las nuevas incorporaciones. Por primera vez en su vida laboral prácticamente todas sus compañeras son mujeres. La renovación generacional que tanto deseaban en el gremio ha llegado por donde menos lo esperaban. «Á miña idade só había dúas saídas: facerme autonómo ou emigrar», dice Serafín. Afortunadamente para él, también hubo una tercera. «Traballaba na construción, sempre crin que me ía xubilar aí, pero logo de dous anos no paro decidín apuntarme e probar. Díxenme, ¿por qué non?». En el caso de este vecino de Noalla, fue su propia mujer, mariscadora, quien lo animó. Los encargos para destilar licores (también es cañero) mermaron, y hubo que dar el paso. «¿A verdade?, estou moi contento», confiesa.
Rozando los 50 y cansado de esperar en casa, Jose Manuel Otero, hasta hace poco pintor, se inscribió en los cursos de formación y obtuvo el Permex, el permiso de explotación de pesquera. El trabajo en las playas no tiene nada que ver con su destreza manejando la brocha pero el balance tras su primer año de faena es positivo: «¡Nunca se me pasara pola cabeza! Pero hai que buscarse a vida onde sexa e xa non sabía que facer», reconoce. «O máis difícil foi ao principio, cando non sabía diferenciar o marisco, nin as tallas, pero elas axudaron moito», dice con aprecio refiriéndose a sus maestras en estas lides.
EN CONTACTO CON EL MAR
A menos de dos pasos en la arena está otro Jose. Este se apellida González, tiene 37 años y es de Portonovo. Estudió el ciclo medio de electricidad y trabajó durante nueve años en un laboratorio de materiales hasta que llegó el fatídico 2008. Repartidor de pan o recolector en la vendimia, ha ido sorteando varios trabajados temporales hasta encontrar la estabilidad en las aguas arousanas. «De joven siempre me gustó la idea de estar en contacto con el mar, vivo al lado, pero nunca me vi trabajando en él. La falta de expectativas en lo mío me llevó a hacer cursos como el de percebeiro y el de marinero. Cuando me admitieron aquí fue toda una alegría», dice. No es de extrañar, para él se acababan 6 años de contratos intermitentes. «Es duro, tira de la espalda, y hay que venir llueva o no llueva, haga o no haga viento, ¡incluso con ciclogénesis! Una mañana tuve que parar diez minutos, las gotas dolían en la cara. Confieso que antes pensaba que era más fácil. No sé cómo aguantan tanto estas mujeres. Si la marea viene a las siete, a las siete tienes que estar en la playa. Como solíamos decir antes, esto es un non-stop». Mientras cuenta sus anécdotas, Jose no para de reírse. No habla con desasosiego, está entusiasmado. «No estaban acostumbradas a ver chicos en el medio del jaleo ?continúa? pero ahora ya están adaptadas». En cuanto a él, se va curtiendo. «Esto tiene su ciencia. Para mí las almejas eran todas iguales. Pero no. Hay la fina, la japónica. El primer día, cuando me vaciaron todo lo que tenía me dije, pues sí que tienes mucho que aprender». Sabe ya de primera mano el mérito que tiene el bivalvo en el plato. «Cuando voy por la mitad de lo que toca coger ese día ellas ya han acabado y me digo, ¿cómo hacen?».
Hay más casos, como el de Javier, que hace todos los días más de 50 kilómetros en coche para llegar de Marín a O Grove, y luego tiene que repetir el viaje de vuelta, o el de Juan Antonio. Con 42 años cambió una cómoda y resguardada oficina por utensilios como la horquilla o el sacho. No tuvo elección. Los recortes también llegaron al almacén en el que era comercial. Lo que más valora de su nuevo oficio es la independencia: «son autónomo e o meu propio xefe».
El fin del bum del ladrillo hizo mella en esta comarca que no levanta cabeza. 2015 empieza mal. Este mes de febrero O Salnés ha registrado los peores datos del paro de Galicia. Continúa destruyendo empleo, también en el mar. Muy próxima a O Grove, en A Illa de Arousa, varios miembros de la cofradía isleña se han tenido que dar de baja por el cierre de bancos marisqueros. Observando lo que pasa tan cerca, no quieren que lo conseguido ahora se acabe. «Aunque termine con artrosis en los dedos, me gustaría jubilarme aquí», sentencia Jose. «O que máis desespera é buscar e buscar, e que non atopes o marisco», apunta Serafín.
UN 55 % MÁS
Según los datos de la Consellería do Mar, la presencia masculina en el marisqueo de a pie ha crecido un 55% desde el 2009. Minoritarios aún, ya no son algo testimonial. 672 en toda Galicia a cierre del 2014. «Despois de discriminar este oficio, de dicir que aquí só viñan os que non servían para nada máis, a xente quere volver ao mar. As mozas e os mozos. O que máis me gustaría é que houbera sitio para todos», señala la vicepatrona.
El cambio está ahí. Ahora queda por ver si será duradero. «Cuando llego de trabajar, cansado después de madrugar y de estar doblando la espalda toda la mañana, mis vecinas de Portonovo me dicen: ¿Qué, cuando vuelva a haber trabajo bien pagado en la construcción seguro que lo dejas, verdad?», comenta Jose. Acto seguido, él mismo se responde: «Sinceramente, no lo creo».