Una situación excepcional

Carlos Touriñán

ESPAÑA

Una mujer se toma un selfi frente al edificio incendiado en el barrio de Campanar en Valencia.
Una mujer se toma un selfi frente al edificio incendiado en el barrio de Campanar en Valencia. Biel Aliño | EFE

24 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El alma se nos encogió un poco a todos a medida que íbamos viendo como crecían las llamas. El suceso de Campanar, en Valencia, me pilló de viaje, pero todas las imágenes que me iban llegando al teléfono me hicieron sentir un profundo dolor. No pude evitar pensar en la Torre Grenfell de Londres, cuando en el año 2017 perdieron la vida más de setenta personas en un siniestro similar. En el caso de Valencia, los daños personales van a ser menores. El edificio devastado por las llamas fue construido durante la primera década de los años 2000 y el avance de las llamas está directamente relacionado con los materiales constructivos de la época. Es cierto que había una normativa que permitía el uso de elementos como el poliuretano, el polietileno o las fachadas abiertas, con los pisos conectados entre sí y sin elementos cortafuegos. Quizá porque nadie podía pensar en una tragedia de estas dimensiones. Pero esos materiales y ese tipo e configuración sirven como un acelerante del fuego y facilitan una propagación vertical del incendio como el que pudimos ver en Valencia. Más si cabe si hay unas rachas de viento como las registradas el jueves.

Además, ese tipo de materiales, incrementan la temperatura a niveles extremos. A falta de que lo que diga la investigación, seguro que se alcanzaron temperaturas de varios cientos de grados. Y, por ello, los bomberos, que realizaron un extraordinario trabajo, tuvieron que utilizar lo que los técnicos definimos como un ataque defensivo, que consiste en intentar controlar las llamas para evitar que alcancen a los edificios colindantes mediante un ataque de exterior a interior.

Esa operativa dificulta las tareas de rescate. En el interior se aguantaba muy poco. La gestión de emergencia requiere grandes medios materiales y dejó a los servicios antiincendios exhaustos, como se podía ver en las imágenes de televisión.

La legislación española cambió en el 2009 y desde entonces se regulan de forma mucho más estricta el uso de materiales inflamables y las fachadas ventiladas a través del Código Técnico de Construcción

Lo ocurrido en Valencia no es, afortunadamente, un problema habitual. Galicia tiene estilos constructivos diferentes y ese problema no se detecta. Además, las ciudades pequeñas imponen más limitaciones sectoriales y los servicios de bomberos tienen identificados los edificios de gran altura para desarrollar planes de evacuación y tener perfectamente informados a los vecinos.

Carlos García Touriñán es presidente de la Asociación Española de Técnicos de Bomberos.