Pretende conseguir el apoyo de Ciudadanos entre mañana y el miércoles y al menos la abstención de Podemos, partido con el que el PSOE se reúne hoy junto a IU y Compromís
22 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Pedro Sánchez entra en su última semana de negociaciones, la decisiva. Los días tras los que sabrá si el 5 de marzo, en segunda votación y con mayoría simple, podrá convertirse en el séptimo presidente español de la democracia o si, con su derrota, el país se embarca en una negociación de dos meses, a múltiples bandas y casi a la desesperada, para tratar de elegir un inquilino de la Moncloa antes de que el 3 de mayo se agote el plazo constitucional y se convoquen nuevas elecciones.
Consciente de que las exigencias de Podemos apuntan a que será imposible un Ejecutivo a la portuguesa, su objetivo es cerrar con todos los partidos -salvo PP e independentistas- un programa de gobierno transversal, que permita acuerdos bilaterales a izquierda y a derecha, y que le aporte los votos justos para superar la investidura a cambio del compromiso de ejecutar las medidas y reformas pactadas.
Su punto débil, que el PSOE necesitaría llegar al pleno con la complicidad de al menos otras cinco siglas: Ciudadanos, Coalición Canaria, PNV, Compromís y Podemos. De las cuatro primeras precisa un sí y de los 69 diputados y socios de Pablo Iglesias al menos una abstención. El resultado de esta ecuación «difícil, pero posible», como ayer la describió el secretario de Organización socialista, César Luena, sería 143 votos a favor y 142 en contra (PP, ERC, CDC y Bildu). Si sale, Sánchez presidente. Si no, vuelta a empezar.
De los 143 apoyos que le hacen falta, el candidato inicia la semana con 91. Los de su grupo y el de los nacionalistas canarios. Su primer objetivo, sumar los 40 del partido de Albert Rivera. Tras más de 15 días de negociaciones, los equipos de ambas formaciones están muy cerca de cerrar un programa conjunto de gobierno. Podría llegar en cualquier momento. Pero la cúpula de Ciudadanos, que ayer analizó la marcha de las conversaciones, tiene claro que si no se cierran los últimos flecos no habrá pacto. O es un acuerdo global, que abarque a todos los apartados, o no será, aclaró la mano derecha de Rivera, José Manuel Villegas. Y el tiempo apremia. Si hay fumata blanca tendrá que ser no más tarde de mañana, lo sumo el miércoles.
Reunión a las 16.30 horas
Pero el problema con Ciudadanos no acaba ahí. Aun con un acuerdo rubricado, deberá convencer al equipo de Rivera para que cambie su postura de su actual oferta máxima de abstención a un sí. Sin sus 40 votos se cae el castillo de naipes. Además, los centristas, que pidieron ayer al PSOE «coherencia» y «lealtad», vigilarán antes de dar su voto el 5 de marzo que el PSOE no invalide el posible acuerdo con los compromisos que firme con otros partidos.
El segundo asalto será hoy mismo, a partir de las 16.30 horas. El PSOE y Podemos, tras tres semanas de tiras y aflojas, se sientan por primera vez en una mesa de negociación, en la que también está IU -el facilitador de la cita- y Compromís. Los socialistas, tras dejar claro a Iglesias que no aceptan hablar por ahora de Gobierno de coalición ni de reparto de ministerios, ni de referendo catalán, ni de vetos a Ciudadanos, ni de hasta 14 propuestas «inadmisibles» de la formación morada, no tienen esperanzas de arrancar un sí a Podemos. Pero sí que quieren convencerlos para incorporar en el programa de Sánchez las otras decenas de medidas que comparten y, a cambio, sacar de ellos una abstención.
Esta mesa de la izquierda no solo será vidriosa por las grandes diferencias con Podemos. Encierra otro peligro. Que se desbarate el trabajo de dos semanas anticipado por el PSOE con IU y Compromís, con los que ya tiene avanzado un acuerdo para un posible sí en la investidura a cambio de medidas sociales y de regeneración, y de una alta aceptación de la agenda valenciana. Un posible descuelgue definitivo de Podemos podría arrastrar los cuatro escaños de Compromís y, según qué tipo de acuerdo económico y laboral con Ciudadanos, provocar que IU se cayese del pacto.
Pero también es la semana de negociar con el PNV, con seis diputados indispensables para la victoria de Sánchez. En breve los nacionalistas les presentará la lista de peticiones, que podrían estar más centradas en inversiones y en transferencias de alto valor político para completar el estatuto vasco. Si lo que parece casi imposible, llegar al Congreso con 143 síes, se logra, solo Podemos decidirá -con su abstención- si Sánchez es presidente o si se une a los noes de PP e independentistas. Ese será el último arma de presión del PSOE.
El Gobierno valenciano reclama la condonación de 10.000 millones
El PSOE está negociando por separado con Compromís lo que esta formación denomina la «agenda valenciana», y que consiste básicamente en la condonación de una parte de la deuda que la comunidad tiene viva con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA). Los propios socialistas pusieron cifra a esa reclamación. Tras una reunión de los presidentes valenciano, Ximo Puig, y andaluza, Susana Díaz, el primero cifró en 10.000 millones de euros la cantidad acumulada que se debería condonar a su comunidad por estar infrafinanciada en el sistema actual. La deuda acumulada supera los 40.000 millones. Esta reclamación genera el rechazo de otras comunidades, como la gallega, que entiende que sale perjudicada y que se la castiga por cumplir sus obligaciones.