El rey arremete contra la corrupción, pero elude hablar de su hermana

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Felipe VI cambió el despacho desde el que se dirigía su padre a los españoles por una sala de estar recreada en el palacio de la Zarzuela.
Felipe VI cambió el despacho desde el que se dirigía su padre a los españoles por una sala de estar recreada en el palacio de la Zarzuela. á. Díaz< / span>

Apela a los sentimientos para hacer frente al desafío independentista catalán

26 dic 2014 . Actualizado a las 11:43 h.

«Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción». Felipe VI lanzó este mensaje contundente en su primer mensaje navideño, el único del año en el que se dirige directamente a los ciudadanos, solo dos días después de que el juez José Castro decidiera sentar en el banquillo a la infanta Cristina, que fue la gran ausente, pero que a la vez se convirtió en una inexcusable presencia. El monarca hizo suyos la «indignación» y el «desencanto» que provoca en los ciudadanos la corrupción y pidió una «profunda regeneración de nuestra vida colectiva», en la que la lucha contra la corrupción es «irrenunciable». Aunque no aludió a la situación de la infanta, denunció los «tratos de favor» y a quienes utilizan sus cargos públicos «para aprovecharse o enriquecerse». Al tiempo, se felicitó de que los responsables de esas conductas irregulares estén respondiendo ante los tribunales, lo que muestra el funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Todo ello referido a los servidores públicos, pero perfectamente aplicable a la infanta.

El monarca inició la parte dedicada a la situación económica asegurando que «continúa siendo un motivo de grave preocupación para todos». «Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro», añadió. Solo después de este preámbulo calificó como «muy positivo» la mejoría de las «principales magnitudes macroeconómicas», con la recuperación del crecimiento y la creación de empleo.

Señaló que la principal prioridad debe ser la lucha contra el paro e hizo un llamamiento a los agentes políticos, económicos y sociales para que «trabajen unidos permanentemente en esta dirección». Aseguró que «la economía debe estar siempre al servicio de las personas», por lo que las «personas más desfavorecidas y vulnerables» deben ser especialmente protegidas «y para ello debemos seguir garantizando nuestro Estado de bienestar».

El tercer asunto que abordó fue Cataluña. Dejó claro de inicio que el marco constitucional es el que garantiza la convivencia, pidió que se respete y destacó la contribución de Cataluña «a la estabilidad política de toda España y a su progreso económico».

Cataluña en el corazón

Señaló que «todos nos necesitamos» para el desarrollo de cada una de las partes y del conjunto de España. «Pero no se trata solo de economía o de intereses sino también y sobre todo, de sentimientos», sostuvo. Incidió en esa línea asegurando que «millones de españoles llevan, llevamos, a Cataluña en el corazón, como también para millones de catalanes los demás españoles forman parte de su propio ser». Por eso, dijo, «me duele y me preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos». «Nadie en la España de hoy es adversario de nadie», afirmó en una clara alusión a Artur Mas.

En un momento en el que Podemos e IU cuestionan el pacto de 1978, defendió que «afortunadamente, no partimos de cero, ni mucho menos». «Y, por ello -dijo- no debemos olvidar lo que hemos conseguido juntos con grandes esfuerzos y sacrificios, generación tras generación; que es mucho y lo debemos valorar con orgullo». «Aunque también tengamos la responsabilidad de corregir los fallos y mejorar y acrecentar los activos de la España de hoy», añadió.