El gallego Jaime Alfonsín se perfila como futuro jefe de la Casa del Rey de Felipe VI

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez MADRID / ENVIADA ESPECIAL

ESPAÑA

Lleva casi 20 años como secretario del príncipe, al que acompaña de la mañana a la noche

05 jun 2014 . Actualizado a las 12:44 h.

En su línea de no confirmar ni desmentir, con un «no hay nada que decir» zanjan en la Zarzuela el posible ascenso de Jaime Alfonsín Alfonso (Lugo, 1956), actual jefe de la Secretaría del Príncipe, a jefe de la Casa del Rey. Él es el mejor posicionado y el que, si el futuro rey Felipe VI se lo pide, estaría dispuesto a aceptar el puesto, por muy cansado que estuviese después «del ajetreo de los últimos años», dicen varias personas próximas a este gallego de nacimiento y madrileño de adopción.

Jaime Alfonsín llegó a Zarzuela de la mano de Aurelio Menéndez, fundador de uno de los más prestigiosos despachos de la capital y responsable del diseño de la formación jurídica del príncipe Felipe. Desde ese momento, su vida personal dio un giro y este profesional del Derecho fue tomando distancia incluso de personas próximas con el único objetivo de mantener la absoluta discreción que, considera, le exige su cargo.

De gran inteligencia, con una mente muy aguda, un enorme juicio crítico y una asombrosa capacidad de análisis, Alfonsín mantiene un trato diario con el príncipe, al que acompaña desde la mañana hasta la noche. Destaca por su gran sentido de Estado, su escrupulosidad con las palabras y con los hechos y su lealtad a la Corona.

Este hombre apolítico ha hecho de su profesión un estilo de vida. Jamás dirá que está cansado, que se encuentra mal o que ha pasado un día terrorífico. Su plano es siempre el segundo, y en ocasiones el tercero. Es difícil que en un acto público no llamen más la atención los miembros de su equipo que él, que posiblemente esté ubicado en un lado de la estancia con una carpeta en la mano y pasando totalmente desapercibido.

El filtro del príncipe

Alfonsín es el encargado de darle al príncipe soporte técnico y documental para cada uno de los actos. Su trabajo, dicen los cercanos, es complejo. Él discrimina lo importante de lo accesorio de todo lo que llega al despacho de Felipe de Borbón. Alfonsín es el filtro del príncipe para el tsunami de peticiones y llamadas de interés que se reciben en la Zarzuela, lo que combina con la tarea de cuadrar la agenda del futuro monarca. En su nómina -que dicen ronda los 70.000 euros al año- se incluye el trabajo de medir, y mucho, los acontecimientos a los que asiste el príncipe, lo que nunca está exento de contrariedades.

«¿Me pregunta que si está casado? Supongo que sí, es que jamás habla de aquello que no sea imprescindible», enfatiza una de las personas que lo conoce y tiene trato con la familia real. Hablan de él como un hombre absolutamente impecable al que no se puede poner «ni un pero». Y, en caso de ponerle alguno, sería que nadie es capaz de moverlo ni un centímetro de la posición en la que está: lealtad a la institución.

Sin ser extrovertido, en momentos difíciles (léase caso Nóos) hay quien es capaz de interpretar en su cara o en sus gestos una frase como «estamos haciendo todo lo que podemos». Alfonsín es calificado como un diplomático de alto nivel, que ha conformado un gran equipo y ejerce como contrapunto civil a los militares de la Casa del Rey.

Desde hace 10 años, se le ha multiplicado el trabajo y ejerce también como secretario de la princesa Letizia. Ha estado muy pendiente de su formación y de repeler los ataques que ha recibido desde la derecha más rancia y monárquica.