Manuel Castells: «Los políticos suprimirían Internet si pudieran, pero ya es muy tarde»

nil ventós corominas BARCELONA / SERVICIO ESPECIAL

ESPAÑA

El sociólogo dice que las instituciones no representan los intereses de los ciudadanos

15 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Manuel Castells lleva analizando desde 1990 las múltiples conexiones y relaciones entre la revolución digital y las transformaciones sociales, económicas y políticas. Autoridad mundial en esta materia, denuncia el profundo distanciamiento que existe en la actualidad entre los políticos y los ciudadanos a los que representan. Sociólogo de referencia, acaba de recibir en Berna el premio Balzan, uno de los más importantes del mundo en el campo científico.

-¿En qué momento social nos encontramos?

-Estamos en una transición histórica. Los grandes cambios de sistemas institucionales, sobre todo cuando no son violentos, tienen un proceso lento. Y no siempre vamos hacia proyectos más progresistas, a veces más democracia representa valores reaccionarios que están en la sociedad, como en Escandinavia. Lo que ocurre es que la irrupción de nuevos movimientos sociales que no están en el sistema supone un camino lento de transformación institucional. Pero, a largo plazo, no puede existir una sociedad democrática en que las instituciones no representen mayoritariamente los intereses y valores de los ciudadanos.

-Sin embargo, hay un descrédito general de estas instituciones.

-Dos terceras partes de los ciudadanos del mundo no creen que sus políticos les representen. Y en España todavía más, un 75 %. Lo que ocurre es que, aunque las instituciones de poder están más concentradas, el contrapoder es más difuso y mucho más difícil de controlar gracias a las redes de autonomía (Internet y comunicación móvil) que ellos mismos construyen.

-Parece complicado encontrar un símbolo contra el poder. En la Revolución francesa se iba en contra de Luis XVI, pero hoy, ¿contra quién hay que dirigirse?

-La idea de que el Estado ha desaparecido, y que por lo tanto el poder se ha difuminado, no tiene concreción práctica. Cuando el capitalismo financiero se hundió en el 2008 supuso la bancarrota del sistema financiero de EE. UU. ¿Qué ocurrió? Los gobiernos lo salvaron con el dinero de los contribuyentes, sin preguntarles. Si los ciudadanos pudieran tener una influencia decisiva en las instituciones democráticas, en todos los países habría formas de regulación y de control de los mercados financieros.

-¿Se puede controlar al poder?

-Una democracia crea canales de participación en los que la gente pueda expresarse cuando la sociedad entra en desacuerdo. Sin embargo, hoy en día, en la mayor parte de sociedades del mundo estos canales están cortados. Y eso explica el hecho extraordinario de que en España el partido del Gobierno está absolutamente hundido, pero el partido de la oposición lo está aún más. Los ciudadanos no se fían ni de unos ni de otros, pero todavía no tienen instrumentos propios que sean receptivos a la participación.

-¿Existe una democracia real?

-Las leyes electorales están hechas para reducir la democracia a un voto entre dos bloques restringidos de partidos cada cuatro años y después olvidarse de eso, olvidarse del programa y hacer lo que quieran. Lo que hay es una creciente capacidad de la sociedad de buscar formas que sean realmente democráticas y que no sean la pantomima de democracia que se ha organizado en la mayoría de los países. Creo, sin duda, que los proyectos, intereses y valores de los ciudadanos no están representados actualmente.

-El poder siempre teme esos movimientos alternativos.

-Claro, porque hasta ahora los políticos profesionales tenían el monopolio del poder. Fíjese qué problema, ahora tienen que compartirlo con la gente ¡Nunca habían contado con esto! Ellos pensaban que a los ciudadanos les contestabas un poco con cuatro cosas y de vez en cuando había una alternancia, pero se ponían de acuerdo entre ellos en lo esencial: que monopolizaban el poder. Por lo tanto, ahora hay pánico y si pudieran suprimir Internet lo harían, pero ya es muy tarde.

-Hablemos de la globalización. ¿Está creando uniformidad cultural?

-Para nada. Todas las actividades fundamentales, sobre todo los mercados financieros, están organizados en una red y eso es la globalización. No es que todo sea un paquete y ya no exista lo individual ni lo territorialmente específico, sino que los territorios, las naciones y las culturas se conectan.

-¿Dónde queda la identidad colectiva?

-Al mismo tiempo que existe la globalización, aumenta la importancia de la identidad colectiva. Lo que está globalizado es lo instrumental. Entonces para que la gente no sea llevada por los vientos de la globalización, sus anclas son las identidades culturales, territoriales, étnicas y religiosas.

-¿Qué supone la identidad?

-Las identidades son la forma en la que los individuos sienten que pueden existir fuera de los mercados globales y de las leyes de las organizaciones empresariales. El mundo está estructurado en torno a la dinámica de la Red y el yo. La Red es global y el yo es culturalmente propio. La identidad es más importante que nunca y empíricamente más fuerte que antes.

-Por tanto, el concepto de ciudadano del mundo es..

-Eso es para los cuatro ejecutivos de multinacionales que viven en los aviones.

manuel castells sociólogo galardonado con el prestigioso Premio Balzan

DNI

Manuel Castells (Hellín, Albacete, 1942), es uno de los cinco sociólogos más citados del mundo y una referencia en el estudio de los cambios que ha producido la revolución tecnológica de Internet en la política, la cultura y la sociedad. Su análisis se basa en el conocimiento empírico de la realidad. En noviembre, le dieron uno de los galardones más importantes del mundo académico, el premio Balzan, que otorga la fundación del mismo nombre.