El Gobierno concederá la nacionalidad española a los judíos sefardíes

P. de Las Heras / Colpisa

ESPAÑA

La decisión, un guiño a Israel, llega en vísperas de la votación para decidir si Palestina ingresa como Estado observador de la ONU

21 nov 2012 . Actualizado a las 23:03 h.

Lo venía haciendo por goteo, pero ahora será norma general. El Gobierno concederá la nacionalidad española por carta de naturaleza a todos judíos sefardíes, descendientes de quienes fueron expulsados de España en 1492 por los Reyes Católicos. La decisión, que será presentada este jueves por el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, y el titular de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, se hará efectiva próximamente a través de un real decreto en el que trabajan ambos ministerios.

En la actualidad hay alrededor de tres millones de sefardíes por el mundo. La mayor parte de ellos residen en Israel, Francia, Estados Unidos y Turquía. Pero también hay comunidades importantes en países como México, Costa Rica, Cuba, Argentina y Chile. Lo que aún no ha calculado el Ejecutivo es cuántos de esos descendientes de españoles se acogerán a la medida «de gracia», sin embargo y a juzgar por las solicitudes realizadas en los últimos años, la demanda será relativamente alta.

Entre 2006 y 2010, el Gobierno de España concedió 844 cartas de naturaleza y de ellas la inmensa mayoría, 698, fueron a sefarditas. Este mismo año, en abril, el Ministerio de Justicia otorgó la nacionalidad a veinte miembros de esta comunidad, diez de ellos de nacionalidad turca y los otros diez de nacionalidad venezolana. La situación política en estos dos países hace que de ellos provengan el mayor número de solicitudes, pero los responsables de la Casa Sefarad aseguran que existe también una «sensibilidad latente» que puede llevar a un buen número de personas a buscar su reconocimiento como españoles, casi por «puro sentimentalismo».

El procedimiento acordado tiene de hecho un cierto tinte de reparación histórica. Hasta ahora, los sefardíes, como las personas de Iberoamérica, Andorra, Filipinas, Guinera Ecuatorial y Portugal, tenían un tratamiento especial en la normativa que regula la adquisición de la nacionalidad española y, en lugar de exigírseles un plazo de diez años de residencia legal en España, bastaba con que acreditaran dos.

El mecanismo de la carta de naturaleza, un derecho otorgado discrecionalmente por el Gobierno, sólo exige que concurran «circunstancias especiales» y éstas pueden ser en el caso de los sefardíes, y de hecho lo han sido en casos precedentes, «el mantenimiento de profundos e intensos lazos emocionales, históricos y afectivos con el Reino de España» y la conservación de «la tradición de su procedencia española».

Gesto compensatorio

La decisión de abrir a toda la comunidad sefardí las puertas de España ya había sido estudiada en la legislatura pasada. Y tiene un precedente. En 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, se firmó un decreto con fecha de caducidad al 31 de diciembre de 1930 para otorgar la ciudadanía a «antiguos protegidos españoles o descendientes de estos» o a miembros de familias que «en alguna ocasión» hubieran estado inscritos en registros españoles, con la idea, infructuosa, de atraer inversiones.

Ahora, la resolución gubernamental tiene más de guiño diplomático dirigido, según fuentes del Ministerio de Exteriores, hacia Israel. El momento es delicado. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, anunció hace unos días su intención de llevar a la Asamblea General de la ONU, el próximo 29 de noviembre, su solicitud para convertirse en Estado observador y España debe decidir su posición.

No es un asunto fácil y aquí no hay modo de escudarse en la Unión Europea porque está dividida. Si se sigue la postura tradicional, España votará a favor, como hizo el año pasado cuando Palestina solicitó ingresar en la Unesco. Pero el enfado israelí estará garantizado.