Feijoo resiste un debate en el que toda la izquierda se alió para cargar contra él

d. sampedro, j. capeáns SANTIAGO / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Pinto&Chinto

Los candidatos de PSdeG, En Marea y BNG renunciaron a disputarse el voto entre ellos

13 sep 2016 . Actualizado a las 15:22 h.

Fue un debate muy encorsetado y repleto de interrupciones de los moderadores para contrastar dos modelos políticos. Uno, el del PP, sustentado en la «estabilidade» que defiende Feijoo. Otro, el que brinda una alternativa multicolor de fuerzas de izquierda que renunciaron a atacarse entre sí para cargar contra un PP que aguantó los golpes.

Economía y empleo

«¿Quen sería o conselleiro de Facenda?». Esta frase pronunciada por Feijoo en el primer bloque resume su afán por abrir brecha entre las fuerzas de izquierda, que coincidieron en atacar al líder del PP con datos pormenorizados sobre destrucción de empleo. Feijoo buscó de manera especial el cuerpo a cuerpo con Leiceaga con el fin de responsabilizarlo de la herencia recibida, debido a que era portavoz socialista cuando fue investido presidente en el 2009. Y mientras Villares y Losada se centraron más en hacer un diagnóstico de situación, el candidato socialista aceptó el duelo y, junto a Ana Pontón (BNG), fue el único que esgrimió propuestas alternativas como un plan para crear 10.000 empleos para jóvenes al año.

Sectores productivos

Leche y mar. El sector lácteo y las empresas vinculadas al mar fueron protagonistas en el segundo bloque del debate, en el que Feijoo se aferró al optimismo y a la capacidad de la industria gallega para salir al exterior mientras sus adversarios le recordaban el precio de la leche, las manifestaciones del cerco o una Lei de Acuicultura que no llegó a buen puerto. Pontón lamentó la escasa protección ofrecida por la Xunta a sectores estratégicos, mientras que Villares incidió en la necesidad de sanear las rías. La candidata de Ciudadanos se acordó de los autónomos y Leiceaga rebajó las expectativas del actual presidente en torno al sector del automóvil al alertar de la deslocalización empresarial hacia el norte de Portugal.

Políticas de bienestar

«Dígalle aos que compran os libros de texto que agora son máis baratos». Feijoo inició este bloque con barras de contención, arguyendo que le tocó gestionar una Xunta con 2.000 millones de euros menos al año, pese a lo cual mantuvo los servicios y amplió algunas prestaciones. Desde el otro lado lo negaron. Losada le reprochó el gasto en asesores, y Leiceaga puso en valor la promesa que anunció ayer: la restitución de la gratuidad de los libros de texto, para retar a Feijoo con que le dijera a todas esas personas que compran estos días los libros «que son máis baratas que no 2009». Villares reprochó a Feijoo la restricción de medicamentos contra la hepatitis C, y coincidió con Leiceaga y Pontón en reclamar el rescate del hospital de Vigo y aumentar el personal sanitario.

Regeneración

Baltar y un tema sorpresa. Los minutos de debate en los que se enmarcó la corrupción fueron los más sorprendentes. Era previsible que saliese el nombre de Baltar y las imputaciones en torno a la dirección nacional del Partido Popular, asuntos en los que insistieron Villares, Pontón y Losada; y que el líder popular le recordase al del PSOE, que hizo varias propuestas en positivo, los problemas judiciales de Gómez Besteiro. Pero Feijoo, en vez de profundizar en sus argumentos de contundencia contra la corrupción, logró que aflorase un nuevo debate que no estaba en el guion acordado por los partidos y al que los presentadores accedieron: los pactos poselectorales. Las intervenciones en este sentido fueron previsibles y los cinco candidatos reaccionaron como era de esperar, sin aclarar qué pasará tras el lunes 26.

Modelo institucional

Los buenos y malos gallegos. Fue quizás el que mayor contraste ofreció entre las fuerzas políticas. En la discusión afloró la idea de los «bos e malos galegos», y fue la candidata del BNG la que abrió juego reivindicando el «dereito a decidir» para Galicia, mientras Leiceaga se mantuvo anclado en el autonomismo y la consideración de Galicia como «nacionalidade histórica», poniendo en valor que el PSOE es la única fuerza que estuvo en el Estatuto de 1931 y también en el de 1981. Villares abogó por desarrollar el marco estatutario actual, blindando servicios básicos y condiciones laborales mínimas. Feijoo, en cambio, también hizo su propia defensa del autogobierno, pidiendo que no se distinguiera entre buenos y malos gallegos, sino asumiendo que la gran mayoría de los ciudadanos se consideran tan gallegos como españoles. «O que hai é que respectar as institucións», dijo.

El cierre

La esencia del mensaje. El último turno se repartió en sentido inverso a la representatividad. Cristina Losada cerró haciendo un relatorio de la Galicia que no quiere y volvió a insistir con la economía y la corrupción; Pontón instó a los gallegos a «decidir por nós»; Villares recurrió a la idea fuerza de campaña, «un país máis xusto»; Leiceaga apeló al «cambio», que cree que solo es posible de la mano de los socialistas; y Feijoo garantizó que se vuelve a presentar como opción de estabilidad, recordando que, bueno o malo, es lo conocido. Y acabó con su lema: «Galicia, Galicia, Galicia».

Así estuvieron

XOÁN A. SOLER

Feijoo

Estabilidad y gestión frente a las incertezas. Alberto Núñez Feijoo defendió el asediado castillo de la mayoría absoluta del PP enfundado en una cota de malla de datos, parapetado tras su gestión económica, y asestando mandobles a la desunión de sus adversarios. Pese a ser el previsible blanco de sus cuatro rivales, salió al ataque. Preguntó qué programa tienen, quién se encargará de la política económica... Nadie respondió claro.

Frente a esas incertezas, Feijoo insistió en su coherencia, «o meu discurso é o meu traballo», y vaticinó un futuro de mejoras, con 250 millones más para los presupuestos del 2017.

Casi ignoró a Cristina Losada y limitó los líos con Pontón, pero entró al cuerpo a cuerpo con Villares «está aquí por unha gran cacicada», y con Leiceaga, en busca de los votantes «defraudados» con el PSOE, a quien recordó su pasada militancia en el Bloque y las imputaciones de Besteiro.

En el último tramo forzó un debate sobre los pactos. Sus rivales no concretaron. Esa fue la brecha que más atacó.

Leiceaga

El economista exhibe su flanco más propositivo. El candidato socialista a la presidencia de la Xunta es profesor universitario de Economía y ese perfil es el que afloró en gran medida durante el debate. Lo hizo en los dos primeros bloques temáticos, a la hora de establecer el diagnóstico en materia de empleo y de sectores productivos, mostrándose además mucho más propositivo que otras fuerzas que concurren por la izquierda.

Leiceaga le sacó mucho partido durante sus intervención al programa socialista. Sanidad pública y universal, refuerzo de la educación y gratuidad de los libros de texto, provocando que el presidente de la Xunta y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijoo, lo eligiera como principal antagonista político. Tras dos horas de debate, fue el cabeza de lista del PSdeG, más que el de En Marea u otros, quien consiguió polarizar con el líder del PP como la potencial cabeza de la alternativa de Gobierno, aunque después el resultado de las urnas pueda dictar otra cosa muy diferente.

Villares

El exmagistrado tiró de relatorio con tono severo. La experiencia profesional en la judicatura sobrevuela siempre el discurso de Luís Villares, y el debate a cinco no fue una excepción. El exmagistrado, al igual que en sus primeros mítines, dio muestras de ser un gran opositor en el sentido más académico, al demostrar una gran fluidez para introducir los temas propuestos, pero le faltó profundidad porque pretendió atosigar a Feijoo con baterías de cifras, problemas o propuestas que le dejaron fuera del debate en los dos primeros bloques. Necesitó siempre chuleta para aferrarse a los datos, y esa circunstancia poco televisiva nubló algunas de sus ideas fuerza. Cuando centró el discurso, como en el bloque de «malestar» social, consiguió captar la atención de su rival.

Tuvo un tono inusualmente severo y ante su audiencia más numerosa desde que anunció su candidatura se guardó los calificativos más gruesos contra Feijoo al dirigirse en la mayoría de las ocasiones al PP y al gobierno de forma genérica.

Pontón

Crítica con la falta de empleo y con la emigración. La nacionalista sorprendió por su arranque. Quizás apremiada por la necesidad de recuperar parte del voto fugado a En Marea, Ana Pontón irrumpió con más agresividad de lo previsto y con un aldabonazo contra Feijoo en el minuto uno, al que recordó sus fotos de hace más de 20 años con Marcial Dorado. Sin una sola alusión al resto de fuerzas en todo el debate, la candidata del Bloque hizo luego gala de su bagaje parlamentario y, con soltura, dirigió todos sus disparos contra el PP, al que responsabilizó de dejar un país más pobre y desigual, con menos oportunidades, y en el que la juventud se ve abocada a la emigración. Una realidad, a su juicio, que Feijoo enmascara «torturando os datos». «A guerra de cifras non lle dá de comer á xente que o pasa mal», recriminó al presidente, al que acusó de ser «un xenio dos eslogans». Ana Pontón recordó que el PP deja una Galicia en la que los salarios están a la cola, mientras es una de las comunidades donde más se trabaja.

Losada

Un discurso sobre una idea central: el PP solo no llega. Entre ella y su adversario más joven hay 24 años de diferencia. Por eso Cristina Losada, la mayor de los cinco candidatos, centró su estrategia en el debate en aludir a su partido como un actor político nuevo y distinto «frente a las fórmulas de los partidos viejos». La economía, el empleo o la política social fueron los carriles por los que la candidata de Ciudadanos avanzó para pegar la palabra «fracasados» a sus alusiones a PP y PSOE. Más a la izquierda ni le dio la categoría de alternativa, con un «populistas» los desechó. A partir de ahí cinceló el mantra que no dejará hasta el día 25: el PP solo no garantiza el crecimiento de Galicia y por eso necesita un tutor que ponga derecho al Gobierno de Feijoo -al que ve ganando de nuevo- y lo controle, porque Losada identificó al PP de manera continuada con el «amiguismo» y el gasto discrecional. Y sin pronunciar alternativas más que genéricas insistió en su guion de presentarse como la más nueva pese a su edad.

Información elaborada por Xosé V. Gago, Domingos Sampedro, Juan Capeáns, Mario Beramendi y Carlos Punzón