España ya no interesa a los buitres

j. m. camarero MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

CRISTINA QUICLER | Afp

Con la recuperación económica sobre la mesa, ya no hay tantas gangas que cazar y comienzan a replegarse, tras varios años de gran actividad

30 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La ruina a la que la crisis económica más feroz desde la Segunda Guerra Mundial arrastró a numerosas compañías llamó la atención de los fondos buitre. El huracán fue dejando sobre el terreno verdaderos esqueletos empresariales que estos inversores adquirían a muy bajo precio -incluso, por un euro, en algunos casos-, a cambio de reflotarlos y sacarles el máximo jugo posible.

Ahora, las cosas han mejorado, y ya no quedan tantos despojos. Es por eso que este tipo de agentes internacionales están dejando de interesarse por España. Con la recuperación sobre la mesa, ya no hay tanto que rascar, y comienzan a replegarse. Así lo indican fuentes del mercado bursátil y del sector financiero, que han comprobado un cambio de rumbo, sobre todo en estos últimos meses del 2015.

Aunque todavía están al acecho. La última oportunidad la han encontrado en Abengoa, cuyo valor bursátil se desplomó la semana pasada hasta los poco más de 200 millones, frente a los casi 900 que valía antes de presentar el preconcurso de acreedores. Los analistas no descartan que, a ese precio, uno de estos inversores internacionales desembarque en la firma andaluza. Es lo que han venido haciendo desde que se acentuó la crisis en el 2012, sobre todo en el sector inmobiliario, donde han encontrado auténticas gangas.

En el último año, estos fondos distressed -como se les denomina técnicamente- «están llamando cada vez menos a las puertas», explica Gonzalo Montes, socio del área de Debt Advisory de KPMG. «Antes se acercaban a la economía española para comprobar si había oportunidades en compañías con situación complicada», indica. En cualquier caso, Montes recuerda que «aún sigue habiendo muchos fondos de este tipo en la economía, aunque es verdad que se nota una tendencia a la baja» como consecuencia de la mejoría macroeconómica del país.

Estos inversores se adentraron en buena parte del sector inmobiliario, donde han encontrado los restos más suculentos de toda la economía. Después de que el precio de la vivienda bajara hasta un 60 % desde el 2008, con miles de promotores atrapados en sus proyectos y otras 390.000 viviendas sin vender, los fondos de alto riesgo consiguieron hacerse incluso con promociones de vivienda pública que nadie quería gestionar, ni siquiera algunos municipios. Entre préstamos, inmuebles y suelo estos grandes operadores han controlado 278.000 millones, lo que equivale al 27 % del PIB español. De esa cantidad, un total de 163.000 corresponden a préstamos que salieron de los balances bancarios. El resto del importe equivale a edificios acabados.

Una estrategia perfecta

Su intervención también fue notable en sectores como el de las energías renovables, inmersas en una crisis que llevó a muchas instalaciones a echar el candado tras los recortes de primas aprobados tanto en el 2010 como en el 2013. Aquí encontraron a muchos inversores que no podían hacer frente a los préstamos que pidieron para adentrarse en las plantas solares fotovoltaicas. Fue una solución para muchos particulares y una estrategia perfecta para los fondos.

Los restos más suculentos los encontraron en el sector inmobiliario

Las renovables han sido otro de los terrenos favoritos de este tipo de inversores

Turno para la otra financiación

Mientras los fondos buitre pliegan velas poco a poco, otros inversores empiezan a tomar el testigo en una economía que comienza a repuntar.

Otro vocablo que habrá que aprenderse: direct lending. Esto es, fondos que prestan dinero a compañías en crecimiento. «Como el país va mejor, aparecen con una vocación de mayor permanencia», explica Gonzalo Montes, socio del área de Debt Advisory de KPMG. Este tipo de estructuras de inversión son muy activas en los mercados anglosajones, donde son muy dinámicos. «Son fondos agnósticos en cuanto a los sectores en los que intervienen, aunque sí hay especialistas en el inmobiliario y en las compañías industriales», indica Montes.

Habitualmente, ofrecen una financiación más flexible que la que comercializan los bancos a través de sus líneas de crédito. Además, están dirigidos a financiar deudas complementarias a las de las propias entidades financieras, cuya implantación en España sigue ejerciendo un liderazgo que acapara hasta el 70 % del mercado de empresas. Aunque la banca ha ido perdiendo peso a favor de otras vías como el mercado de bonos -al que una mediana empresa no puede acceder- o el private equity, una fórmula de financiación directa. Por ahora, los direct lending no alcanzan ni tan siquiera el 1 % de la financiación total de la que gozan las corporaciones españolas. Antes no solían financiar menos de 20 millones de euros, pero ahora pueden comenzar a operar a partir de los cinco. Pero, como ocurre en otros países que han superado una crisis, su inmersión en el sistema debería ir a más.