Si el precio del barril de petróleo bajó a casi la mitad de lo que marcaba hace seis meses, las gasolinas y gasóleos tendrían que hacer lo mismo
18 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El sentido común nos dice que si el precio del barril de petróleo bajó a casi la mitad de lo que marcaba hace seis meses, las gasolinas y gasóleos tendrían que hacer lo mismo. Sin embargo, no es así. Grosso modo, la mitad del litro de combustible son impuestos y la mitad restante se corresponde con el precio del crudo y los costes de refino y transporte. Más o menos, a partes iguales. Por lo tanto, según explica Xoán Doldán, profesor de Economía Aplicada de la Universidade de Santiago, si el barril de petróleo cayó un 40 %, los combustibles tendrían que haber bajado un 20 %. Punto y pelota. Es decir, que si el crudo pasó de 105 dólares a 48 en seis meses, el gasoil, que el pasado mes de julio costaba en las estaciones de servicio una media de 1,325 euros por litro, ahora tendría que pagarse por debajo del euro. Y no es así.
¿Tomadura de pelo? Las petroleras, agrupadas en la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), explican que tanto las gasolinas como los gasóleos recogieron en sus precios (descontando los impuestos) todas las caídas registradas en los mercados donde cotizan estas materias primas. Muy bien. ¿Y a los gallegos qué más nos da? Nosotros tenemos una refinería en la ciudad de A Coruña. Por lo tanto, no tenemos que ir a ningún mercado internacional a comprar nada. Es más, somos nosotros (hablo de nosotros como país) los que tenemos capacidad para acudir a los mercados internacionales para vender. España tiene una capacidad de refino equivalente a la de Reino Unido y Francia, y superior a la de Venezuela o comparable con la de Irak e Irán, países estos últimos productores de petróleo. Los 1.537.000 barriles que las factorías españolas son capaces de refinar cada día representan el 1,6 % de la producción mundial, lo que -aunque pueda parecerlo- no es poco. Vamos más allá. Nuestra capacidad de refino (recordemos 1,537 millones de barriles diarios) contrasta con el consumo de petróleo en España, que según las estadísticas oficiales asciende a 1,2 millones de barriles diarios. Es decir, en términos absolutos (y en este caso sin distinguir gasolina y gasoil y otros productos refinados) somos capaces de refinar para consumir en casa y para exportar. Pero hay más. Las propias petroleras españolas son a la vez operadoras en esos mercados internacionales, o sea, que no nos cuenten milongas porque ellas también intervienen en esa configuración de precios.
Destrocemos más mitos. Ahora está de moda decir que los combustibles que se venden en gasolineras de grandes petroleras son mejores que los de aquellas que despachan el litro por debajo del euro. Aceptemos pulpo como animal de compañía y pensemos que los aditivos son mejores. Sin embargo, la incidencia de estos en el precio por litro es, según los expertos, insignificante. Hagámonos otra pregunta: ¿Por qué no hacen una rebaja a los consumidores cuando son estos los que se llenan el depósito? Para contestar a la pregunta, desde la AOP nos remiten a las petroleras, y desde alguna de estas nos envían a la patronal. No se aclaran. Pero explican que el modelo de negocio de las estaciones de servicio de las grandes compañías es totalmente diferente al del resto. Las primeras, dicen, tienen seis empleados para cubrir todo el día; las otras, muchos menos. A las grandes no les regalan los terrenos para instalarse los ayuntamientos; al resto, aseguran, sí. Aquellas tienen más servicios y más gastos; el resto, menos. ¿Ustedes se lo creen?
Lo único cierto es que el grado de inversión acometida por las petroleras es casi directamente proporcional a su deuda. Se deduce, por tanto, que intentan que usted y yo paguemos lo máximo posible porque así ellas ingresarán más. Contéstese usted mismo a la pregunta que encabeza esta crónica. ¿Quienes son los tontos útiles de las grandes petroleras? Usted y yo. Sin ninguna duda.