La central de San Esteban II está concebida para el consumo en las horas punta. Esa es su razón de ser. Unida a su contrucción se encuentra la ampliación de San Pedro, aguas abajo. Ambas centrales están diseñadas como embalse y contraembalse. Por eso hasta la terminación de las obras de San Pedro la central de San Esteban no funcionará al 100 % de su rendimiento. Los responsables de Iberdrola explicaban ayer que los trabajos en este segundo punto se iniciarán en la primavera de este año y que podrán concluirse en el 2016, tras haber invertido alrededor de 54 millones de euros.
«San Esteban producirá energía en las horas que haga falta, y en el resto del tiempo puede parar. Aguas abajo está San Pedro, contraembalse, que está en base, y cuya función será anular las puntas que vierta San Esteban. Por eso es necesario ampliar San Pedro para modular el caudal del río», subraya Miguel Ángel López. En la actualidad dispone de 40 megavatios de potencia instalada y será aumentada en otros 25.
A la espera
La tercera gran obra hidráulica pendiente de Iberdrola en el Sil es la central de Santa Cristina (A Teixeira). Una estación de bombeo que todavía no tiene fecha de inicio y que desde su anuncio ha suscitado múltiples rechazos por parte de asociaciones y grupos ecologistas. Iberdrola pretende construir en en esta zona del cañón del Sil la mayor estación de bombeo de Galicia, con un potencia de 750 megavatios que podría producir 918 gigavatios hora anuales, lo que viene a ser el 0,37 % del consumo eléctrico total de España. Un proyecto en el que se invertirán 520 millones de euros y que generará cerca de 500 empleos directos.
La contrucción de una balsa sobre el cañón que recogería el agua bombeada en horas valle, cuando la energía es más barata, y que la devolvería en momentos de gran demanda es, además de un proyecto novedoso, la principal causa de desacuerdos con los ecologistas que aseguran que se trata de una zona protegida por Red Natura. La empresa, sin embargo, mantiene que esta balsa, único elemento visible de todo el entramado, se ha desviado unos dos kilómetros del cañón del Sil para evitar el impacto visual.