En medio de la euforia que supone verse rodeado por más de un centenar de peñistas gallegos, Joan Laporta se vino arriba el pasado viernes a la hora de mostrar su admiración por Nico González. El presidente azulgrana ya había sido un devoto de su padre y ahora traslada esa pasión hacia el pequeño en edad, pero enorme en estatura y fútbol.
En esa reunión de Marín, Joan Laporta llegó a comparar al centrocampista con otro futbolista coruñés, Luis Suárez, el único balón de oro español. Obviamente, el presidente del Barça no está pensando que Nico vaya a ser balón de oro. Pero sus palabras, tienen un gran significado más allá de este anecdótico símil.
Aunque en aquel momento no estuviera al frente del club, el presidente azulgrana sabe de primera mano lo que Nico ha sufrido en la cantera de su equipo. Nadie le ha regalado nada. Muchas veces ha tenido que luchar, en inferioridad de condiciones, con jóvenes representados por agencias con mucho poder en La Masía, en particular, y en el Barça por extensión. Promesas de futbolistas a los que ha ido dejando por el camino.
El año pasado llegó a estar incluso sobre la mesa su posible salida del Barça. Pero Nico nunca se amilanó. Con mejores y peores etapas anímicas fue haciendo un callo que ahora le permite estar jugando en el primer equipo con el mismo desparpajo que lo hacía en los benjamines del Montañeros.
Por este motivo y porque una larga lista de clubes aguardaban su salida para echar sus redes, la primera gran decisión deportiva que adoptó Laporta al regresar a la presidencia del Barça fue firmarle el primer gran contrato profesional de su carrera, con una cláusula de rescisión de quinientos millones de euros. Era una declaración de intenciones.