Y el Madrid vuelve a la vida

ANTÓN BRUQUETAS

DEPORTES

Desdibujado durante toda la temporada, el conjunto de Zidane levanta la Champions cuando peor lo tenía

29 may 2016 . Actualizado a las 12:19 h.

La final de la Champions nunca deja indiferente. Hay equipos que sueñan una vida para poder conocer lo que se siente al ver su camiseta en un partido de esta trascendencia. Otros, como el Real Madrid, parecen destinados a acumular estos títulos en sus vitrinas. Y algunos, como le sucedió a Raymond Poulidor en el Tour, a los que la fortuna les debe una eternamente. A esta última estirpe pertenece el Atlético. Ayer, en un choque de poco fútbol y que parecía en todo momento de su lado, menos en el marcador, tampoco pudo salir campeón. Siempre llevó un cuerpo de ventaja, ni siquiera le pesó Lisboa. Si sigue así, volverá a luchar por el trofeo más preciado de Europa. De su vecino, nadie lo duda, aunque parezca un cadáver todo un año. Siempre muere de pie.

El gol y el repliegue

Una estrategia que penalizó a los dos equipos. Lejos de lo que se podría prever, el Madrid dominó el arranque. Tuvo el control del balón y fruto de ese arreón inicial generó varias aproximaciones de peligro. Entre ellas, dos faltas. El remate de la primera la salvó de milagro Oblak y la segunda la convirtió en gol Sergio Ramos. A partir de ahí, comenzó a crecer el Atlético. Decidió quitarse el corsé y avanzó líneas. Dejó atrás los planes iniciales y salió en tromba. El Madrid cedió, se metió en su campo y, poco a poco, fue transformándose en un bloque pequeño, insignificante. Zidane no se empeñó demasiado en modificar la piel de su bloque. Le daba la razón a Simeone: «El Madrid juega a la contra».

La entrada de Carrasco

Hizo un boquete en la banda derecha de su adversario. Uno de los hechos más relevantes del encuentro fue la lesión de Carvajal. El Madrid perdió un lateral no solo solvente en defensa, sino diligente en ataque. Entró Danilo y Carrasco, al que Simeone recurrió en el descanso para seguir ganando profundidad, le hizo un ocho. Hasta tal punto, que Zidane se vio obligado a mover ficha. A Lucas Vázquez le tocó reforzar el costado. Ni con esas. Carrasco fue un vendaval. Nadie lo paró. Ni siquiera en el gol que hacía justicia al despliegue Atlético. 

Cristiano ronaldo

El portugués, sin diente durante todo el partido. Le sucedió en Lisboa y le ha vuelto a pasar en esta edición de la final de la Champions, el portugués pasó desapercibido durante todo el partido. Y eso que dispuso de una ocasión inmejorable para anotar. Un balón que le quedó rebotado dentro del área y que sólo acertó a estrellar contra el cuerpo de Oblak, de nuevo, un muro infranqueable. Bale tampoco enseñó ayer su mejor perfil. En el lado Atlético, no fue la noche de Griezmann. En sus botas había un gol cantado: el del penalti. Lo lanzó al larguero. 

Los entrenadores

Simeone manejó los tiempos, Zidane refrescó mejor. Desde el tanto de Ramos, Simeone se apropió del encuentro. Modificó su esquema, le buscó las rendijas al Madrid y estuvo a un paso de tumbarlo, de enviarlo a la lona. Después de que su equipo se dedicase a correr detrás del balón -ya lo había anticipado en la víspera Zidane, que esa era la fórmula para ser campeón-, el técnico francés refrescó sus naves. Isco alborotó el centro del campo y Lucas, un misil cuando entra en contacto con la pelota, le dieron otro aire. De hecho, en la prórroga, el Madrid volvió a ser el del principio.