Crédito de Rafa, presente de Nole

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO LOIS REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

ROBERT GHEMENT | Efe

Nueve títulos convierten a Nadal, incluso ahora que parece algo desdibujado, en el rival a batir en París, el único «grand slam» que le falta a Djokovic, inabordable este año sobre tierra batida

24 may 2015 . Actualizado a las 15:59 h.

No va más. París cerrará en los próximos días el debate. Desde hoy, Roland Garros elige campeón entre 128 jugadores, aunque el morbo gira alrededor de dos. El presente respalda a Novak Djokovic, el crédito del pasado acompaña a Rafa Nadal (Eurosport). Y esta vez ya se cruzarían en cuartos. Campeón en Montecarlo y Roma, invicto en grand slams y Masters 1.000 esta temporada, de largo el más regular y destacado número uno... Casi todo sonríe al serbio, pero le falta todo lo que pertenece al español: el peso de la historia, sus nueve Copas de los Mosqueteros, su intimidación en esa pista amplísima y ventosa como la Philippe Chatrier, su rica historia de reinvenciones imposibles.

Djokovic, que nunca conquistó Roland Garros, desprende ahora ese aura de invencibilidad en tierra que acompañó siempre a Nadal. Camino de París despedazó a grandes y pequeños, pero en su conquista destacan cadáveres como los de Roger Federer, David Ferrer, Kei Nishikori, Tomas Berdych, Marin Cilic, Nicolas Almagro y hasta el propio Nadal, abrumado en Montecarlo.

Este año encierra otro elemento diferente a los anteriores, algo que convierte en más complicado que emerja el mejor Nadal en París. Llega a Roland Garros sin un solo título en la gira europea de tierra, el tramo donde históricamente afloraba todo su repertorio: sus golpes potentes y con un peso de bola brutal por los efectos, su capacidad de sufrimiento, sus golpes de recuperación, su inteligencia táctica. Djokovic, Murray, Wawrinka y hasta Fognini le derrotaron y mostraron que su juego aún chirría.

El drive, el arma más destructiva de Nadal, asoma como el eje de sus problemas. «Ya no pica como antes», razona Robin Soderling, su verdugo en octavos de Roland Garros 2009. «Echo de menos su derecha, la paralela que tantas alegrías nos ha dado», considera Manolo Santana, doble ganador en París.

Pero en el núcleo duro del clan Nadal el mensaje ahora se centra en la capacidad de revertir la situación. «Llegamos con menos confianza porque no hemos tenido las victorias necesarias. Pero llegamos con un buen juego», explica el tío y entrenador del nueve veces campeón en París.

Por ahora, Nadal regatea a las preguntas sobre ese tempranero duelo con Djokovic en la antepenúltima ronda. «Estamos hablando de cuartos cuando todavía no jugamos la primera ronda. Solo estoy centrado en ese partido [contra el francés Quentin Halys]», apuntó tras conocer el sorteo. «No siento que yo sea el máximo favorito. Soy uno de los candidatos y la presión es más compartida», admite sin falsa modestia: «Cada vez que he venido a Roland Garros, mi objetivo ha sido ganar Roland Garros».

Una atmósfera diferente acompaña sus pasos. «Cada año que hemos venido a Roland Garros llegamos con una cierta inquietud. Cuando llegábamos con muchas victorias sabíamos que era el lugar para confirmar nuestro buen juego. Ahora tenemos una inquietud diferente», admite su entrenador.