Alejandro Marque Porto: «Vivo en una nube»

Antón Bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Jose Sena Goulao

Asegura que estuvo a punto de dejar el deporte profesional, pero que el triunfo en la ronda lusa «compensa todo lo sufrido en la carretera»

20 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Alejandro Marque POrto ciclista gallego ganador de la Volta a Portugal

Todavía está sorprendido. No se esperaba ganar y, tal vez, no creía que la victoria del domingo en la general de la Volta a Portugal fuese a traer todo lo que está viviendo. A Alejandro Marque (A Estrada, 1981), un obrero del pedal que estuvo a punto de dejar el ciclismo, no le para de sonar el teléfono. «Llaman de la televisión, vosotros, las radios... Es increíble. No pensé que fuera así. La celebración de ayer [por el domingo] en Sobrado también fue descomunal... No me lo creo», dice.

-Esto no le ha llegado por casualidad. Dicen quienes le conocen que no ha parado de trabajar, que se lo merece de verdad.

-Detrás de este triunfo hay muchos kilómetros. Buenos y malos momentos sobre la bicicleta, que ahora se ven recompensados. Por eso estoy tan feliz. Todo tiene sentido.

-¿Estuvo a punto de dejarlo?

-Cuando corrí en el Boavista [temporada 2004/2005] me rompí el radio. Al acabar el año todas las ofertas eran a la baja. Empecé a echar números y vi que no me compensaba... Pero al final me pude reenganchar.

-¿De quién se acordó cuando cruzó la línea de meta?

-Sería injusto si dijese que de una sola persona. Hay mucha gente. Los más importantes de mi mujer y mi hijo; también de mis padres y de mi familia; de mis compañeros Gustavo César Veloso, que se merecía la Vuelta tanto o más que yo, y Delio Fernández; y de David Blanco y Ezequiel Mosquera, que me han ayudado mucho.

-No salía como favorito. Veloso era su jefe de filas. ¿Hubo buen rollo entre ambos?

-Gustavo me dijo: «Tú tira para adelante. Olvídate del papel que tenemos cada uno». Cuando ahora reflexiono, creo que a mí me benefició competir como tapado. Toda la presión se la llevó él. Tenía que atender a los medios, a los aficionados y yo, en cambio, podía estar más relajado.

-¿Se imaginaba lo que significa ganar esta prueba?

-¡Qué va! «Llaman de la televisión, vosotros, las radios... Es increíble. No pensé que fuera así. La celebración de ayer [por el domingo] en Sobrado también fue descomunal... No me lo creo. Vivo en una nube.

-¿Y ahora qué?

-El lunes saldremos para Rio de Janeiro donde terminaremos la temporada en el Tour de Rio. Después pienso cogerme unas merecidas vacaciones. Serán dos o tres semanas para desconectar.

-Todos los ciclistas dicen lo mismo, pero no aguantan tanto tiempo sin dar pedales. ¿Qué tiene este deporte que lo hace tan adictivo para quienes lo practican?

-Es muy difícil de describir. Puede que sea que el sufrimiento tiene premio, pero no lo sé. De lo que puede estar seguro es que necesito descansar. Después ya entraré en el diseño de la planificación de la próxima temporada.

-Si no fuese ciclista, ¿qué sería? Durante su adolescencia probó el fútbol. ¿Le habría gustado haber acabado dándole patadas a un balón?

-No [sonríe]. Jugando al fútbol era malísimo. Muy marrullero. No creo que tuviese demasiado futuro. Mi padre tiene una tienda de bicis y de motos. Las bicis siempre me han fascinado, así que creo que terminaría trabajando en algo relacionado con el sector.

-Hablando del futuro. ¿Espera que la gloria le traiga un contrato nuevo?

-Estoy contento donde estoy y no me hago ilusiones. El año pasado tuve muy buenos resultados y no llegó nada, así que es mejor no pararse a pensar en eso.

-¿Le molesta que cada triunfo de un ciclista esté bajo sospecha? Ya le ocurrió a Froome en el Tour de Francia.

-Este es el cuento de nunca acabar... Incluso me gustaría no tener que responder a esta pregunta. Sinceramente creo que una victoria de un ciclista no debería asociarse al dopaje... No, no debería ser así. En este sentido es, sin duda, el deporte más controlado que conozco.