Cuando el autor también es editor

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

PEPA LOSADA

El auge de las plataformas para publicar obras en formato digital y en papel responde a la demanda de escritores para llegar directamente a los lectores

09 mar 2015 . Actualizado a las 08:08 h.

Escribir un libro es relativamente fácil: llega con tener ideas y la constancia necesaria para desarrollarlas sobre el papel. Pero conseguir que esa obra se publique y llegue al lector puede convertirse en un proceso mucho más complicado. Una de las consecuencias de la transformación digital que está experimentando el sector editorial es el auge de las plataformas de autoedición, que se ha traducido en una multiplicación notable de autores que están optando por convertirse ellos mismos también en editores de sus propios títulos.

La oferta es tan amplia y variada como la demanda de los aspirantes a ver su creación en letra impresa. Amazon dispone de KDP, para sus dispositivos Kindle, y Createspace para publicar en papel. Casa del Libro ha abierto su propia plataforma, Tagus, y una editorial como Penguin Random House ha transformado su web megustaescribir.com en un espacio de autoedición. Si se le añaden sitios como Lulu o Bubok, se completa un escenario que está propiciando un cambio de modelo.

Así al menos lo cree la responsable de Kindle en España, Koro Castellano. «Antes, lo habitual era que un escritor enviase su manuscrito a una editorial, que reciben miles cada año, y tuviese que esperar varios meses. Si el libro se editaba, todo el proceso se alargaría hasta casi tres años», explica. La autopublicación, en cambio, supone que el título está disponible, si se trata de un formato electrónico, en apenas unas horas.

Pero los cambios no se limitan a una cuestión de plazos. La mediación entre escritor y lector también se transforma, desde el modo de compra a las críticas y procesos de elección, un nuevo planteamiento en el que el receptor es más activo. Según Castellano, los comentarios y puntuaciones de los lectores a las obras funcionan a modo de guía y prescriben los gustos mayoritarios, mientras que los algoritmos de Amazon ofrecen al comprador referencias similares a otros títulos adquiridos anteriormente. Una corriente que parece beneficiar a los autores emergentes: según los datos de Castellano, la mitad de los 25 libros más vendidos en Amazon en el 2014 eran de escritores independientes.

Un autor que ha vivido una experiencia similar es el pontevedrés Manel Loureiro, quien ha pasado en pocos años de publicar sus historias en un blog a ocupar los primeros puestos de las listas de ventas, aquí y en Estados Unidos. «Creo que el cambio fundamental consiste en que antes las editoriales decidían con lo que publicaban lo que la gente leía y ahora son los lectores los que deciden entre una oferta que también incluye a los autores autoeditados; y con su crítica ratifican lo que les parece bueno o no», subraya. «Ahora las editoriales ya no esperan a recibir originales, sino que buscan nuevos autores entre quienes se han autopublicado», añade. Para Koro Castellano, esto ejemplifica que ambos modelos, el de edición tradicional y la nueva gestión digital, pueden convivir y los creadores beneficiarse de ello.

Hay demanda, entonces, para una oferta dispuesta a satisfacerla. Castellano cita para ilustrarlo el certamen de novela para autores independientes que convocó Amazon el pasado verano: en tres meses recibieron 734 obras de 32 países.

Del 10 al 70 % en derechos

Otro cambio importante que introduce la autoedición afecta a las cantidades percibidas por derechos de autor. Mientras las editoriales suelen abonar el 10 % del precio de cada obra vendida, en Amazon ese porcentaje puede subir hasta el 70 %, según la modalidad elegida. Por otra parte, no todos los mercados son iguales, como sabe Manel Loureiro, que vende en Estados Unidos, donde lo digital es mayoría, y en Polonia, donde supone solo el 5 %. «Y en España es parecido». Claro que hay excepciones curiosas. En la división española de Amazon «50 sombras de Grey» vendió seis veces más en digital que en papel, lo que también apunta a la relación que los lectores establecen con determinadas obras.