¿Qué ha hecho tu padre por ti?

Ana Abelenda, Sandra Faginas, Álex Centeno y Tania Taboada

A CORUÑA CIUDAD

XOÁN A. SOLER

ESTAMOS EMPADRADOS Dicen que uno bueno vale más que cien maestros. YES lo pone a prueba con varios famosos que desvelan las claves del feeling con papá.

19 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ellos tienen un día. Sus hijos, todos los demás. Es que si hay algo comparable a un padre es un 24 horas. ¿Qué no? Venga a dar sin descanso. Ays. No habrá dinero que pague el amor paternal, pero sí palabras que compensen este vínculo sin precio. «Yo estoy muy orgullosa de tener el padre que tengo, y de que se haya casado con mi madre. No puedo estar más feliz con la familia en la que nací». Ana, hija de Xosé Ramón Gayoso, hace una declaración de amor en público a quienes la han traído al mundo hace 25 años. «En los ojos y los dientes», dice, es «clavadita» a papá, pero en carácter ella es una mezcla y es su madre, enfermera, quien le pone los pies en la tierra. «Mi padre no es mi amigo, sino algo más importante», asegura. Fue el presentador de Luar el que obligó a su única niña a quedarse en Santiago cuando se fue a estudiar. «Tenía 18 años y no tenía claro qué quería hacer. Me fui a Santiago, me matriculé en Magisterio y a las tres semanas no podía, me quise volver. ¡Para mí los 80 kilómetros [con Coruña] eran 8.000!». Pero fue por empeño de su padre que se quedó en el Colegio Mayor San Agustín, y de allí entró como salió, como le dijeron que lo haría: llorando. Los días se hicieron años y pasaron cuatro en ese colegio en el que Ana hizo grandes amigos: «Fueron los mejores de mi vida, aunque soy de las que piensan que lo mejor está siempre por venir». El tiempo en el San Agustín supuso para ella sumergirse en un mundo «parecido al de La Casa de la Troya».

A Ana, a la que siempre le ha llamado la comunicación (¿a quién saldrá?), le encantan las conversaciones con su padre -«aprendo mucho»- y las hamburguesas que se comen a escondidas de mamá, que es «el motor de la casa». La convivencia en el hogar de los Gayoso es buena, «porque siempre ha habido respeto y tolerancia. Mis padres son distintos. Papá es más de ir guardándose las cosas, hasta que un día explota». Su madre, en cambio, cuenta, va soltando lastre poco a poco. «Pero nunca vi que uno no pudiese hacer las cosas que hacía el otro. Los dos hacían lo mismo. Mi padre solía ir a buscarme al colegio cuando aún no era muy habitual. Entonces casi solo había madres», comparte.

¿Qué nos dices de Luar? «Yo crecí en Luar, fue mi guardería. Allí hasta encontré el amor...». ¿En serio o estás redundando en el fraternal? «A mi novio le conocí en Luar». Ana, eres única. «Hija única, pero nunca he sentido la soledad, el no tener hermanos. Yo no cambiaría mi vida por nada».

QUÉ GUSTO DE PADRE

OSCAR VIFER

Javier Olleros fue escogido hace unos meses junto con Pepe Solla el mejor chef de Galicia en una quiniela que hicimos en YES, en la que participaban todos los Michelin, incluido él. Entonces, cuando le tocó votar, nos dio la clave de su modo de entender la cocina. «Para min sen ningunha dúbida o mellor cociñeiro do mundo é meu pai», confesó Olleros. Su padre, Pepe, se lo toma a broma, y aunque lo primero que nos dice es que su relación siempre ha sido espectacular, ironiza con retranca sobre la buena mano de su hijo: «Eu son máis tradicional». Pero el paladar estupendo de Pepe es lo que a Javier le orienta cuando en el proceso creativo hay algo que no esté totalmente definido. «De meu pai teño a base toda, o esqueleto é del; dos dous en realidade, de meu pai e miña nai, porque eles sempre estiveron dedicados a hostelería e eu traballei durante moitos anos con eles na cociña, velos na súa disciplina, na organización, foi básico. De feito, sigo aprendendo». Así que no hubo un clic en el que un día al chef de Culler de Pau le diese por ponerse frente a los fogones, porque, según explica, fue un proceso natural. Eso sí, cuando vio que había que pasar tantas horas su cabeza le hizo ver otro horizonte: «Eu dixen: ou trato de disfrutalo ou é mellor dedicarse a outra cousa, cambiei por completo a actitude e tanto me atrapou que agora me teñen que sacar de aquí». ¿Coinciden en eso padre e hijo? «El é o xefe, anda por aquí e é o referente, segue aportando moitísimo -dice Javier-, estou nese momento no que creo que me parezo máis a el do que cría», se ríe. Pepe discrepa: «No xenio sae á nai, no resto a min». Los dos se definen como impulsivos y Javier ve en Pepe todo lo que es: «Del aprendín o respecto á xente, ás persoas coas que traballas». ¿Qué dirías que ha hecho tu padre por ti? «Uf, esta xeración de pais son para facerlles unha homenaxe diaria, polo seu sacrificio. El deulle sentido á miña vida, foi un reflexo de como ser eu como persoa». Con la emoción tan alta un plato entra con gusto: ¿Pepe, con cuál te quedas de los que hace tu hijo? «Coa carne, o lombo ibérico que fan aquí».

CONSEJOS DE CAPITÁN

En la vida son innumerables los casos en los que los hijos tienen que hacer las maletas y dar un vuelco a su vida para acompañar a sus padres en un destino profesional. En este caso ocurrió lo contrario.

Nicolás González Iglesias nunca dejará de agradecer a su familia el esfuerzo que ha hecho por ver cumplido su sueño. En especial a su padre. Nico es el hijo de Fran, el que fue capitán y estandarte del mejor Deportivo de la historia.

Hace tres años, el Barcelona llamó a su puerta y su padre echó el resto. «Tengo la suerte de que mi padre me ha apoyado desde el principio. Me dejó decidir dónde quería jugar y, una vez que tenía la decisión tomada, apostó fuerte y toda la familia se trasladó. En su caso, sé que aún era más difícil porque vivía muy apegado a A Coruña. Allí lo tenía todo, lo dejó por acompañarme», explica el joven futbolista del club catalán.

Pero con toda la importancia que tiene la decisión adoptada por Fran, el agradecimiento de Nico hacia su progenitor es quizá mayor por un consejo que le dio hace ya algún tiempo. «Él lo fue todo en el fútbol y para mí es un espejo en el que reflejarme. Por eso, ya no solo lo escucho como padre, sino también como referente. Y hay un consejo que me dio cuando todavía estábamos en A Coruña y en el que, posteriormente, insistió. Siempre me ha dicho que el fútbol es bonito y es sacrificado, pero yo lo que tengo que hacer es divertirme. Que lo importante es que disfrute jugando, que el resto ya llegará. Y así me tomo esta experiencia. Intento disfrutarla al máximo», explica el joven de 14 años, que ha contado siempre con la complicidad del mejor capitán.

EL MEJOR ENTRENADOR

OSCAR CELA

Hace años que Manel Sánchez (Lugo, 1958) dejó el baloncesto, pero su retirada no hizo que se apagara la saga de deportistas de la familia. Su pasión la heredó precisamente una de las personas que más quiere: su hijo Mateo, al que cariñosamente llama Mati.

El hecho de que su hijo, de 16 años, siguiese sus pasos es algo que le satisface y le hace feliz. «Es un alumno aplicado y se toma muy en serio lo que le digo. Es un orgullo que siga mis pasos. Tengo que reconocer que yo a su edad no jugaba como él». Mateo se inició en el mundo del deporte con tan solo siete años. Empezó en el fútbol, pero dos años después decidió cambiarse y coger el camino de su padre: apostó por el baloncesto.

«Papá fue quien más me ayudó en este deporte y es mi mejor entrenador», relata Mateo, quien actualmente juega en el Estudiantes de Lugo como escolta base. Compite a nivel de Galicia y hace dos años fue campeón de liga gallega.

El próximo mes de mayo disputará el campeonato de España Junior. «Papá tiene mucha paciencia conmigo. Abuso un poco de la confianza. Aprovecho que soy su hijo y a veces no le presto mucha atención en sus lecciones», cuenta Mateo, opinión que no comparte su progenitor porque insiste en que Mateo es el hijo perfecto. Además del deporte, padre e hijo también comparten gustos culinarios, a ambos les encanta la tortilla poco hecha y el arroz con leche. También usan tallas semejantes. Si Manel mide 1,92 centímetros y calza un 46, a Mateo le falta un centímetro para alcanzarle en altura y en cuanto al número de pie gasta un 47 y medio. «Papá hizo todo por mí y mi sueño es seguir sus pasos», dice Mateo, quien resalta el enorme corazón de su maestro. Mateo Sánchez es un chico muy tímido y prueba de ello se percibió cuando su padre le presentó a algún famoso. Se enrojeció y produjo cierta vergüenza. «Un día estábamos en un partido de veteranos y llegó Fernando Romay al centro del campo. Se arrojó sobre mí y empezamos, de broma, una lucha simbólica. Todo el mundo estaba mirando. En principio me dio mucha vergüenza, pero después lo pasé genial», recuerda.

Tras dejar el baloncesto, Manel montó una tienda de deportes (Manel Sánchez) en Lugo y cuenta con una página web para vender por todo el mundo. A Mateo le encantaría seguir los pasos de su padre y llevar a Manel Sánchez a Wall Street: «Cuando dejas de jugar estás perdido. Unos amigos de A Coruña nos recomendaron montar la tienda. Nos gustó mucho la idea porque la moda deportiva es una manera interesante de seguir la misma temática», explica el progenitor de la familia. Con planes futuros en mente, como realizar un viaje a Estados Unidos, esta familia vivirá su presente y celebrará hoy el día del padre con algo que le apasiona. «Hoy cenaremos hamburguesa en un local que frecuentamos. Cuando juega el Breogán, nos juntamos muchos aficionados y vamos allí. Hoy iremos los tres para celebrar el día de papá», concluye Mateo.

Ellos tienen un día. Sus hijos, todos los demás. Gracias, papás.