«Avanzamos con el Camino»

xosé m. cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Tiene claro que la joyería que regenta no abandonará la ciudad vieja

19 mar 2012 . Actualizado a las 07:08 h.

Carmen lleva cuarenta años acariciando alhajas con sus manos de experta joyera y elegante expendedora. Nacida en Boqueixón, a los nueve años corría por las rúas de Santiago y jugaba bajo la atenta mirada de sus yayos. «Es un privilegio que los nietos se críen con los abuelos», dice. A los 19 años lee un anuncio de Malde Argones, y allí acude. Fue su escuela de aprendizaje en el oficio de joyera, con viajes a las cuatro plantas de la central de Malde en A Coruña para conocer al detalle los artículos.

Superada la prueba con creces, a los cuatro años se independizó. Abrió tiene propia y, con su flamante marido Luis, inició con Jade un largo trayecto -primero en la Rúa do Vilar y luego en Calderería, 25- que aún perdura. Con el cambio arrastró a mucha de su antigua clientela. Su personalidad tuvo mucho que ver en ello: «Siempre me gustaron las relaciones públicas y el contacto con el público. Y hablar con sentido». Pero una andadura exige sacrificios, también económicos: «Aparte del pago del traspaso, los intereses se pagaban al 18 %».

Desde entonces, el decorado mudó: «Fuimos evolucionando como evolucionó el Camino de Santiago, que atrajo cada vez más gente del exterior». Antes la afluencia era prácticamente estival, ahora no es privativa de ese período. Mudaron otras muchas cosas, pero Carmen pone el acento en una: «Hoy se venden más cosas personales. Antes eran más para la casa».

La veterana joyera, desgranando vivencias y experiencias en una terraza de Fonte Seca, luce una elegante indumentaria. Y tiene claro que debe ser así, porque «en este negocio hay que tener una imagen». Y hay que recorrer mundo, ir a las ferias, estar al día, tener lo que el cliente espera. «Nuestra clientela es de Santiago y de fuera», puntualiza Carmen.

Desnudos y con joyas

La crisis se ha convertido en acérrima enemiga, ya que convierte en prescindibles los artículos joyeros, aunque Jade se ha puesto a nadar también en los mares procelosos. Recordando la expresión de un proveedor, Carmen se anima: «Los romanos iban desnudos y llevaban joyas». La crisis no aminoró la calidad: «Es fundamental».

A la par de la crisis, el oro ha tenido una subida espectacular y se vende con dificultad. También elevó su cotización la plata: «Hay que ajustar los precios al máximo para sobrevivir».

Las joyas se suelen identificar con las clases pudientes y adineradas. Carmen cree que no tiene por qué ser así: «Una joya transmite un sentimiento. Y es un sentimiento duradero. Una pieza de oro no sufre desgaste». ¿Son importantes los Días del padre, madre, San Valentín y demás? «Sí, pero ya no tanto, porque cualquier día es importante». Carmen ensalza la fidelidad de su clientela, radicada también en el extranjero. Allá envía muchas piezas. Pero es que «hoy no hay fronteras».

Jade tiene el futuro garantizado, con dos hijos bien preparados y dispuestos a llevar las riendas del negocio. «Los dos no quieren que el esfuerzo de sus padres se extinga», proclama Carmen con orgullo.

Muchas tiendas se salieron del casco viejo. «Las razones de los demás para irse las desconozco», señala la propietaria de la joyería de la Calderería, quien tiene muy claro que nunca abandonará la piedra histórica, en donde considera un privilegio tener su plaza. «Al casco antiguo hay que tenerle cariño y respeto, por su historia y porque es un legado de nuestros antepasados que tenemos que cuidar y conservar».

Observa como lo veneran los de fuera y piensa que los compostelanos tienen que saber valorarlo como una joya propia: «Yo cuando piso estas losas, siento una sensación especial».