El caos de cada jornada estival

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira CRÓNICAS DESDE LA TORRE

A CORUÑA

11 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el mercurio se dispara, el atasco crece de forma exponencial hacia el infinito. La fórmula matemática se repite en algunos de los peajes de la comarca cada verano desde hace varios lustros. Y Miño es el mejor ejemplo de ese caos automovilístico. Su paradisíaca playa atrae cada fin de semana a cientos de personas de las provincias de Lugo y de León que suman a los kilómetros el recargo de los peajes y, por si fuera poco, la consiguiente dosis de resignación del embudo circulatorio en el que se convierten las zonas de pago, tanto en el acceso al arenal como en el retorno a la A-6 por Macenda.

La imagen de las colas es tercermundista. Y que te cobren por un servicio que no prestan -como ocurre también en la AG-55- no deja de ser un pequeño timo al consumidor. De poco sirve el pataleo de los alcaldes afectados. Cambian los denunciantes, pero la concesionaria, Audasa, mantiene impasible el ademán. No solo eso. Cada año, suma un pequeño recorte, como la supresión de los trabajadores de las cabinas de cobro para fomentar el pago automático. Mientras, la Xunta apenas esboza alguna amenaza para obligar a las concesionarias a algo que parece tan sencillo como cumplir la ley. De poco sirven las advertencias de Núñez Feijoo si no llevan aparejadas sanciones que obliguen a Audasa a cumplir con sus clientes. Y no tiene pinta de que este año vaya a ser el de ponerse a ello. Tampoco.