Silencios que gritan

Sabela Pillado

CULTURA

Brutal, descarnada y sin concesiones, «The Tribe» está protagonizada por actores sordos y hablada exclusivamente en lenguaje de signos

21 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Película brutal, descarnada y sin concesiones, eso es The Tribe, filme que el pasado año recorrió diversos circuitos festivaleros, consiguiendo galardones en Cannes o en la cita de los Premios del Cine Europeo. Misroslav Slaboshpitsky, director ucraniano curtido en cortometrajes, ámbito en el que su trabajo había sobresalido con creces, opta en su primer largometraje por una historia que no es en absoluto fácil ni complaciente. Protagonizada por actores sordos no profesionales, y hablada exclusivamente en lenguaje de signos, la cinta nos relata la llegada de un adolescente a una institución/internado, donde -cosas de la integración- pronto pasa a formar parte de la tribu, una pandilla conflictiva volcada en actos violentos y en el proxenetismo, que impone su ley en el internado, y fuera de él cuando le dejan. Frente a este panorama sórdido, el amor emerge como un trágico faro de esperanza que, sin embargo, no será suficiente como acto de redención.

Los subtítulos, aparte de inexistentes, pronto se revelan como totalmente prescindibles, pues el lenguaje universal de este filme es, desde su inicio, fácilmente entendible por todo aquel que se sumerja en él. Esta elocuente película (los sordos hablan, y mucho, aunque no podamos escucharlos con nuestros oídos sino con nuestra vista), continente de unas cuantas escenas de esas difíciles de mirar (aunque la palma se la lleve la perturbadora secuencia del aborto), se erige sobre largos planos secuencia, con lo que, además de captar la soledad, el desamparo y actuar como elemento descriptivo sin concesiones, la cámara mantiene ciertas distancias -a pesar de, en ocasiones, pegarse literalmente a la nuca de los actores- como un fastidioso espectador de aquello que nos desvela.

Desde luego, tras este sobresaliente debut, y de seguir por este camino, Slaboshpitsky no tardará en obtener su credencial de cineasta de culto.