Fuego y hielo sobre Balaídos

Lorena García Calvo
Lorena García Calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

David Costas regresó ayer a la titularidad en la defensa céltica formando pareja de centrales con Fontás, y dejando a Cabral en la banqueta.
David Costas regresó ayer a la titularidad en la defensa céltica formando pareja de centrales con Fontás, y dejando a Cabral en la banqueta. óscar vázquez< / span>

Los vigueses combinaron momentos brillantes con concesiones en otra remontada en casa

25 ene 2014 . Actualizado a las 20:13 h.

El Celta solo sabe jugar al fútbol. No sabe contemporizar, ni contener, ni dormir los partidos. Solo entiende el juego a través del esférico, y cuando no lo tiene, se desmadeja. Solo así se entiende que en un mismo partido sea capaz de combinar momentos brillantes con instantes soporíferos y de pavor defensivo. Ayer dio alas al colista para luego asestarle el que puede ser el golpe definitivo. Y todo, porque a los vigueses les cuesta conjugar éxito en ataque y defensa.

Los protagonistas

El cambio, en la defensa

El Celta tiene un once definido. O al menos, eso parecía de antemano, porque Luis Enrique prefirió dar un giro a lo esperado, sentando a Cabral y dando entrada a David Costas. Para el entrenador alterar la zaga ya casi se ha convertido en norma, funcione o no la defensa. Más allá de las modificaciones en la retaguardia, Krohn-Dehli fue la novedad para sustituir a Augusto.

La actitud

Frío y calor

Dos peligros acompañan al Celta, el de entrar frío en los partidos y el de pecar de exceso de confianza. Ayer, aunque en pequeñas dosis, cayó en los dos. Salió desenchufado, al ralentí, y dio vida a un Betis que por momentos se creyó el discurso esperanzador de su técnico. Luego, con el viento a favor, los célticos cayeron en el exceso de confianza. En esta ocasión no fue penalizada esa actitud, pero no hay que perder de perspectiva de que el colista era la pareja de baile.

La zaga

Una defensa de plastilina

La zaga céltica dio un paso atrás y Rubén Castro se reencontró con el gol. El baile de centrales al que Luis Enrique está sometiendo a su retaguardia no hace más que perjudicar a una retaguardia que ayer volvió a ser de plastilina. Concedió al Betis demasiado e incluso les permitió generar incertidumbre en la recta final del partido. Solo la exhibición ofensiva mitigó los problemas de una zaga que echó en falta mucha más contundencia. A los de Luis Enrique se le resisten los partidos globales. O atacan, o defienden. El fútbol total es una tarea pendiente.

El día soñado

El Celta se vuelve goleador

La efectividad, ese talón de Aquiles céltico, se convirtió ayer en el mejor aliado de un Celta letal en la primera parte. Dos llegadas, con dos goles, fue la presentación celeste en ataque, y la clave del triunfo vigués, puesto que anímicamente dejó tocado a un rival que llegaba a Vigo agonizando. Del centro del campo para delante, el Celta fue una máquina bien engrasada en la que los destellos de genialidad de Rafinha, la hiperactividad de Orellana y el don de la idoneidad y el trabajo de Charles permitieron cuajar un con luces un partido que, a pesar de todo, arrojó sombras. Sobre todo, por permitir que un rival acorralado viese la luz, aunque fuese momentáneamente.

Las remontadas

Sin miedo al viento en contra

El Celta ha superado algunos miedos esta temporada. Y entre ellos, el de las remontadas. El partido de ayer confirmó que a los de Luis Enrique ya no les tiembla la mano cuando se ven obligados a remar en contra. Los tres triunfos en casa han llegado con remontada.