Un corcubionés en Carnota

Luis Lamela

CORCUBIÓN

23 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Emilio Waldomar Rodríguez nació en Corcubión en 1875. Fue aquí donde creció y se formó y donde descubrió su vocación y conoció el amor y la amistad. En Santiago se licenció en Derecho y fue secretario de Administración local. Ocupó el cargo primero en el Ayuntamiento de Corcubión y después en el de Carnota.

En 1922 fue destituido por un grupo caciquil de Carnota sin la formación del necesario expediente. Recurrió Emilio Waldomar al Gobernador civil para recuperar su puesto. El grupo caciquil que reaparecería otra vez en el aciago 1937. En 1925 Emilio se casó en la iglesia de San Marcos, a una edad ya tardía, con Dolores Arias Campos, también de Corcubión y en una ceremonia celebrada por el recordado párroco Francisco Sánchez Gómez recién llegado al pueblo. El acta la firmaron sus amigos José Miñones Bernárdez, Pepe Miñones, y el procurador y exalcalde Joaquín Fernández Vara, entre otros

Junto con Desidero Paz Figueroa Don Emerito -adoptado por Fisterra-, Emilio Waldomar fue uno de los vates y prosistas más inspirados de la comarca de Fisterra en el primer tercio del siglo XX, y un hombre muy apegado a sus raíces y a los problemas cotidianos de sus vecinos. Como poeta publicó en varios medios, como el semanario El Celta (con A mis convecinos/Elecciones) en octubre de 1901; en la revista NERIO de Corcubión (con, Nuestros filántropos) en enero de 1921; en El Ideal Gallego (con un bello poema, Corcubión) en septiembre de 1924; en la revista Alborada, de Buenos Aires (con un extenso y precioso poema en gallego, O noso muiño) en marzo de 1929, entre otros varios más.

Invitación

Pero, a su rica biografía de poeta, y por haber sufrido también el temporal y la pesadilla de la sublevación franquista, no puedo obviar que en julio de 1936, según me contó José Manuel Miñones, el hijo primogénito de Pepe Miñones, después de ser detenido el diputado de Unión Republicana por los militares sublevados, y quedar transitoriamente en libertad unos pocos días, Emilio Waldomar le hizo llegar una invitación para que se trasladase a su casa en Carnota, con el objetivo de apartarlo del centro de huracán de la represión, invitación que el diputado y amigo agradeció, declinándola, convencido de que nada reprobable había hecho para que se cebasen los militares rebeldes con él. No sabía Emilio que meses después, y por su condición de amigo de Pepe Miñones, su vida dio un dramático giro y sufrió persecución por parte de los enemigos de aquél. El 29 de abril y el 24 de mayo de 1937, cinco meses después del fusilamiento de Miñones en A Coruña, Manuel Lago Caamaño (a) Vaqueiro, de Carnota, firmó una denuncia dirigida a la Junta Técnica de Defensa Nacional, en Burgos «contra la actuación» del alcalde y secretario de este Ayuntamiento de Carnota, «Domingo Beiro Rodríguez y Emilio Waldomar, respectivamente», y contra el juez municipal, Manuel Blanco Formoso, «habida cuenta a que dichos tres funcionarios son de un ideal político izquierdista y por tanto desafectos al actual y glorioso Movimiento Salvador de España».

Concretamente, Lago Caamaño acusaba a Waldomar de que «con su oficial» Jesús Rodríguez Vigo, «no solamente defendieron y propagaron públicamente la candidatura del ex-diputado, masón José Miñones Bernárdez -que ya fue condenado en consejo de guerra a la pena capital y ha sido ejecutado- sino que llegaron a organizar en esta localidad la sociedad Unión Republicana, cuyo local social (Plaza de España número 1) era la residencia particular del propio Waldomar». También lo acusaba de que «en las elecciones pro-Estatuto Gallego, a pesar de no haber concurrido electores a votarlo en el colegio de Santa Columba (Carnota) del que, conforme a la Ley era presidente de la mesa el Sr. Waldomar, asistió y algún izquierdista más, ignorándose hasta la fecha por qué motivo resultó una numerosísima votación según de los documentos obrantes en las Juntas provincial y municipal consta».

Asimismo lo acusó de celebrar y aplaudir «el triunfo del Frente Popular a raíz de haber asaltado el ex-diputado Miñones el Gobierno Civil de La Coruña demostrando con ello vivo interés en imponer ese partido político, de fatídica recordación, en esta provincia». Pero no terminaron aquí las acusaciones contra Waldomar. El 24 de diciembre de 1937, el día de Nochebuena y lo que esta representa, fue remitida otra denuncia al gobernador: «Antonio Otero Otero, vecino del Ayuntamiento de Carnota, soldado, residente en el Cuartel de la Guardia Civil de Puente Nuevo-Lugo... No puede ocultar a vuestra Excma. la sorpresa que le ha producido al retornar a casa unos días ver, tranquilamente en sus puestos, los funcionarios de este Ayuntamiento militantes del funesto Frente Popular que coadyuvaron a esta guerra fraticida, mientras el que suscribe y sus hermanos están luchando por defender la España tradicional. El cacique del referido Frente, secretario del Ayuntamiento, Emilio Waldomar organizó Unión Republicana cediendo su residencia para domicilio social; recibió a una comisión de propagandistas que dieron en esta un mitin de carácter comunista, estando a su lado en acto aplaudiéndoles y acompañándoles hasta el coche; recibió a la puerta de su casa a un grupo armado, los acompañó hasta la Casa Consistorial en donde les facilitaron vales para recoger gasolina en Muros y pasar al vecino pueblo de Esteiro a recoger armas; saliendo de ésta en el coche del juez municipal Manuel Blanco Formoso, y retornando sin conseguir su criminal intento por venir triunfante para esta el Capitán de Artillería de Santiago, Sr. Saavedra; y que el referido juez municipal y el oficial del Ayuntamiento, Jesús Rodríguez actuaron a las órdenes del Sr. Miñones».

Acusaciones

Mal lo tenía, pues, Emilio Waldomar en aquellos años insolentes de la dictadura, porque estas denuncias tenían valor probatorio. No obstante, con posterioridad, el brigada de la Guardia Civil y comandante de Muros, requerido por el gobernador desmontó las acusaciones de Manuel Lago y de Antonio Otero, informando de que los denunciantes, junto con otros «se dedican a denunciar a las diferentes autoridades», alcalde, secretario y juez, con preferencia a los dos primeros, para ver si consiguen entrar ellos en el Ayuntamiento y Juzgado, siendo completamente falso que ninguno de ellos simpatice con el Movimiento Nacional...», en un informe muy atípico y raro para aquel tiempo de la Guardia Civil.

Hay que subrayar que en este panorama, Emilio Waldomar sufrió lo indecible temeroso de caer envuelto en la bola de odio que se originó con la sublevación militar y de gentes que aprovecharon el río revuelto para eliminar a los que les estorbaban en sus ansias de controlar el poder local. Aunque desconocemos si le fue abierto un expediente de Responsabilidades Políticas, que seguramente que si, después de recursos, recursos y alegatos y de luchar contra aquella marea de rencores y envidias, Emilio logró salir medianamente indemne del serio problema para seguir con su vida, pero en silencio y con incertidumbre y zozobra. Emilio Waldomar Rodríguez falleció en Carnota en 1948, a los 73 años.