Las comunidades de montes buscan alternativas al eucalipto

marina santaló VILAGARCÍA / LA VOZ

VILANOVA DE AROUSA

MARTINA MISER

La dificultad para sacar rentabilidad económica a otras especies provoca que siga siendo el árbol predominante

25 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La suma explosiva de escasez de lluvias y altas temperaturas revive un debate que, con la llegada del período estival, acostumbra a repetirse. Este año lo hace, además, con la preocupación que genera la situación producida en Portugal. Ante la climatología poco se puede hacer, pero ¿qué papel juega la limpieza de los montes?. Aunque, tanto los ingenieros forestales consultados como las comunidades de montes arousanas coinciden al afirmar que «si se dan condiciones como las de Portugal, no habrá limpieza que impida que todo lo que haya por el camino arda», el estado en el que se encuentren los montes aparece como un aspecto fundamental para que «en situaciones más favorables el fuego se detenga a causa de la escasez de combustible». Los tiempos pasan a jugar a favor: se reduce la velocidad a la que se extiende el fuego, mientras que aumenta a la que pueden acceder los servicios de extinción. La pregunta es, entonces, ¿cómo están los montes arousanos?.

Si la pregunta la responde Xurxo Abuín, presidente de la mancomunidad de montes de Vilagarcía, los montes «están de seis nunha escala do un ao dez». Esta puntuación varía en función de la zona de la que estemos hablando. La tónica es la misma en todos los montes: las zonas más altas acostumbran a ser las más complicadas a la hora de actuar. En el caso de los montes de la comunidad de Rubiáns, que también preside Abuín, Monte Cabalos, A Peitieira y O Lago serían estos lugares. Si bien explica que se trabaja más en las partes bajas, añade que, en O Lago, por ejemplo, «as cousas fixéronse bastante ben». «Se ardera sería un pau moral», añade.

Entre los motivos que impiden que el monte no esté todo lo bien que les gustaría destaca la ausencia de un plan de ordenación de montes y el estado de las fincas privadas con las que colindan por numerosas zonas. Tira de ejemplo: un camino privado en A Peitieira que dejó de existir a causa de la maleza. «O monte, ao igual que a terra, debería ser para quen o traballa», reclama. Otro factor clave, es el económico. El mismo que determina los medios y que provoca que, en el caso de su comunidad, más de un tercio de lo plantado sean eucaliptos. Una situación que se repite en todas las comunidades consultadas a excepción de la de András, en Vilanova, donde se redujo a un 5 % tras los fatídicos incendios de 2006. «O 25 % son frondosas e o resto pino», explica José Luís Tourís. «Se non se fan políticas que aseguren que árbores como os castiñeiros van ter unha venta adecuada é difícil que o tipo de plantacións cambie», argumenta Abuín a la pregunta de si existe una política forestal adecuada.

Sobre el coste de las labores forestales, las distintas comunidades señalan que gastan más de lo que exige la ley. En el caso de la de András, indican que duplican el 40 % exigido al «reinvertir o 80 % dos ingresos». Desde la comunidad de Cea señalan que esta cifra se eleva hasta cerca del 100 % a causa de los fuegos del 2006 y del año pasado. Por su parte, desde San Salvador de Meis hablan de un 60 %. Todo un esfuerzo, señalan, que esperan que sirva para algo.