«Estamos en el aire»: la incertidumbre que mata a los negocios de la calle Michelena condenados a irse

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Capotillo

Algunos confían en que, en vez de cerrar ya, puedan estar hasta mayo después de que la propiedad les instara a marcharse porque quiere demoler este inmueble en Pontevedra

04 ene 2023 . Actualizado a las 13:46 h.

Hercor Inversores, dueña de dos edificios anexos y ubicados en las calles Gutiérrez Mellado y Michelena, le dio de plazo a sus inquilinos hasta finales de enero para dejar los bajos, oficinas y viviendas en estos inmuebles y poder ir sorteando trámites para luego derribarlos —al menos, pidió permiso en el Concello para esto último—. Esta decisión de la propiedad provocó ya un terremoto en un emblema de la ciudad: las míticas Galerías Oliva, ya que uno de los edificios que se supone que serán pasto de la piqueta forma parte de las mismas. De ahí ya huyeron despavoridos los comerciantes, afectados por ese plazo. Sin embargo, en el otro edificio, en el que da a la calle Michelena, sigue habiendo trajín comercial. Los inquilinos de los bajos no se marcharon aún, a falta de menos de un mes para que expire el plazo que en principio les habían dado los propietarios. ¿Qué es lo que va a pasar? Todo está «en el aire», como dicen los responsables de los negocios afectados, pero podría ser que les dejasen seguir ahí hasta el mes de mayo. Ellos cruzan los dedos para que sea así. Pero nadie garantiza nada.

Peregrina y Juan, de la pizzería Bocalino, aún no tienen buscado otro local para trasladar su negocio. Es más, no saben si de tener que mudarse lo harán a la ciudad pontevedresa u optarán por instalarse en Vilagarcía, donde residen. Se inclinan más por esta segunda opción. Ellos confían poder seguir trabajando en Michelena hasta el mes de mayo, pero reconocen que se trata de un rumor que circula entre los negocios afectados «que nadie te confirma con seguridad».

En Don Pelo, una tienda de productos de peluquería pegada a la pizzería y uno de los negocios más veteranos del edificio, indican que también tienen la esperanza de continuar ahí hasta la primavera. Pero tampoco pueden confirmar nada: «Estamos todos en el aire», insisten en el local. La esquina la ocupa una tienda de telefonía móvil en la que trabajan cinco personas, que llevan muchas jornadas llenas de incertidumbre. «De momento no tenemos otro local, la única opción es este. Ojalá podamos seguir aquí más tiempo», afirman los trabajadores. Más y más dudas. 

«Estoy en plena mudanza»

Encima de los bajos, todo un edificio (el número 11 de Michelena) en el que pese al aviso de la propiedad para que los inquilinos vayan desfilando todavía hay mucha vida. Basta pararse en el portal unos minutos para ir dándose cuenta del trasiego de viandantes que existe a media mañana. Basta decir que ahí todavía sigue ubicado el nido de emprendimiento que es el coworking Arroelo, un lugar en el que más de veinte autónomos regentan distintos negocios. Ellos sí tienen ya una alternativa. Una de las gestoras de este espacio, África Rodríguez, confirmaba hace unos días que se mudarán para un lugar próximo, en la zona monumental, donde continuarán con su singular proyecto colaborativo. Otros afectados reconocían ayer que están en pleno zafarrancho de mudanza. Es el caso del pintor Rafael Prieto. Él vivía y tenía su academia en el número 11 de Michelena. Al principio, señalaba que no se iría tan fácilmente de ahí. Pero ha sentido la llamada de la aldea. Se marchó a Cotobade, a una casa, y asegura que el cambio es muy positivo.