Memoria y tributo del mar de A Mariña

MARTÍN FERNÁNDEZ

A MARIÑA

La cruz de San Román evoca a náufragos muertos en 1957.
La cruz de San Román evoca a náufragos muertos en 1957. m. f.< / span>

Los restos de hundimientos y naufragios convierten a la costa lucense en una de las zonas de más potencial e interés para elaborar la Carta Subacuática de Galicia

01 feb 2016 . Actualizado a las 17:50 h.

En el horizonte sentimental de los mariñanos está, inevitablemente, el mar. Porque saben, como el clásico, que vivir no es necesario pero navegar, sí. Por el mar llegaron siempre todas las culturas, otras gentes, la riqueza más sostenible, el progreso, la vida. Y por eso él es el guardián de nuestra memoria. En él se hallan restos, vestigios de un pasado de gloria, de esfuerzo, de riqueza. Pero también de lágrimas, de dolor y muerte de los que pagaron, como decían los griegos, el tributo al rey del mar... En las páginas que siguen se relatan los naufragios más importantes habidos, a lo largo del siglo, en nuestra costa, en nuestro mar, el más auténtico de los mares.

Esa memoria se activó con el descubrimiento en 2008 de una nave flamenca, hundida en el siglo XVI frente a la playa de Lago, en Xove. Fue el detonante para que la Arqueología Submarina se pusiese a investigar los pecios y naufragios habidos en la costa lucense. Dos años después, el Ministerio y la Xunta firmaron un convenio que posibilitó hallar, en una primera fase, ánforas, cerámicas, pipas de caolín y pistolas de cinco barcos hundidos entre los siglos XVII y XIX.

El litoral mariñano acoge numerosos barcos -camuflados por los sedimentos- hundidos desde la Edad Media, las guerras napoleónicas o las dos guerras mundiales. La memoria vecinal dice que en Viveiro hay aún seis pecios sin estudiar, en la parte externa de la ría, y que otros cascos de barcos se conservan en Regodela (Xove), Morás, San Cibrao, A Marosa y Areoura, Nois, Fazouro y Foz, Remior, Rinlo y la entrada de la ría de Ribadeo.

La «Magdalena» y el «Palomo»

Fue ese recuerdo las gentes el que no dejó en el olvido casos como los de la fragata Magdalena o el bergantín Palomo, hundidos en Viveiro con 550 personas a bordo el Día de Difuntos de 1810, una de las más grandes tragedias marítimas de Galicia y España. La copla popular así lo recuerda: «Dime, bergantín Palomo,/ ¿dónde fue tu perdición?. / En la ría de Viveiro/ al toque de la oración./ Dí, fragata Magdalena,/ ¿Qué mal viento te dio el mar?./ Todos los vientos son buenos/ si Dios no da tempestad».

Los sónar y magnetómetros usados por los equipos de arqueólogos, restauradores e ingenieros indican en la ría de Viveiro once «anomalías», es decir, puntos de interés marcados por elementos metálicos que no siempre quedan a la vista y que pueden ser desde desechos a restos de barcos hundidos recientemente.

En Ribadeo, ya se recuperaron vestigios que, una vez restaurados, se expondrán en el Museo del Mar de Vigo. Y estos días aparecieron cerámicas, ánforas y una bola de cañón que, una vez más, constatan la gran riqueza patrimonial y arqueológica que guarda la entrada de la ría, lugar de fondeadero de muchas embarcaciones durante siglos.

Un vapor de palas de finales del siglo XIX, con casco de hierro, un galeón hundido y una pieza de artillería en las inmediaciones del fuerte de San Damián son sólo algunas de las pruebas de que A Mariña es una zona de gran potencial e interés a la hora de rastrear pecios y de elaborar la futura Carta Subacuática de Galicia.

Tres marineros de un vapor de Ferrol fueron salvados en 1931 por vecinos de San Cibrao

Una goleta, llamada Eduarda Josefina, propiedad de Santiago Alvarez, de San Cibrao, que llevaba carga de sal, fue echada a pique a 12 millas del cabo Ortegal el 5 de septiembre de 1907. Un gran vapor la embistió de noche por el costado de estribor y, sin darse cuenta, prosiguió su rumbo. La goleta se fue a pique y sus tripulantes llegaron a Espasante en dos botes salvavidas.

En 1931, el velero San Andrés se fue a pique en la ria de Viveiro a causa de la densa niebla cuando navegaba desde A Coruña. Su tripulación ganó la costa. El barco era propiedad de los herederos de Xosé Ríos Domínguez, de San Cibrao.

Tres hundidos el mismo dia

Días después, el 13 de marzo de ese año, una lancha de vapor se perdió, cuando cruzaba de Gijón a Ferrol, a la altura de San Cibrao, en medio de un gran temporal. El patrón, Juan González, de 50 años, de Ferrol, murió. Pero tres marineros, ayudados por los vecinos de la localidad que habían oído la sirena de alarma del barco, lograron salvarse.

Ya en 1965, el temporal que azotó la costa el día 21 de enero con vientos huracanados de hasta 150 km./h., provocó el hundimiento de tres barcos pesqueros el mismo dia en San Cibrao: el Costa Norte, el María Elvira y el Fermina. El temporal era tan fuerte que el oleaje atravesaba el istmo que separa las dos playas de la villa.

Naufragios mortales en el litoral de Viveiro y O Vicedo

Viveiro y su ría fueron protagonistas de sonados naufragios a lo largo del siglo XX. Según el investigador Fernando Patricio Cortizo, ya en 1901 perdieron la vida en su entrada tres marineros de la lancha San José, de Cedeira, hundida por mar de fondo. Diez años después, en Cova Fría, se hundió un bou patroneado por Robustiano Pérez. De los cuatro marineros, perecieron dos y otros dos llegaron a la playa de Agua Doce agarrados a un trozo del barco, destrozado por los golpes de mar.

En diciembre de 1916 hubo un gran temporal en la ría. «La barca Carlos, propiedad de los señores Casas, de Ribadeo, se estrelló contra los cantiles de la playa de Covas» decía una noticia de El Eco de Galicia, que proseguía «y el 26 de ese mismo mes tuvo lugar un caso curioso a la entrada del rio, en el Lodeiro, donde hace años se había ido pique el velero de carga Santiago que obstruía y hacía peligrosa la entrada. Lo que no pudieron hacer los hombres con la dinamita, lo logró la resaca de esta galerna en las pocas horas en las que se desató, pues los restos del Santiago fueron llevados desde allí a la playa de Celeiro en la que fue desmantelado estos días».

Mariscos en la playa de Celeiro

Para completar lo insólito de aquel temporal, la misma información relataba que «después de amainar el temporal al bajar la marea, se observó que la playa, al quedar en seco, estaba abarrotada de mariscos pero, con tal abundancia, que podían cargarse cientos de carros con ellos. Las gentes los recogían con avidez y los vendían para las fábricas de conservas de Celeiro, que hicieron gran acopio?».

Pero el suceso más trágico en la ría tuvo lugar en 1957. Una tarde agosto, un grupo de veraneantes zarparon en el balandro Drácula desde la playa de Covas para bordear la costa. En O Vicedo, el mar se agitó, la zarandeó y el viento la hizo volcar cayendo al mar sus tripulantes.

La cruz de San Román

Unos no sabían nadar y otros no pudieron salir a la superficie al estar dentro de la cabina. Dos mujeres y una pareja consiguieron llegar a la playa de San Román a nado tres horas después, extenuados por el esfuerzo. Dieron la alarma, salieron todas las embarcaciones del puerto a buscarlos pero resultó en vano. Al final, murieron una mujer y tres hombres cuyos nombres aparecen inscritos en la cruz que se levanta, en su recuerdo, sobre los acantilados de la playa de San Román del Valle.

En esta misma playa, el 4 de diciembre de 1965, el Mandy, mercante panameño, embarrancó y murió toda su tripulación. Los cuerpos de los marineros se fueron encontrando, esparcidos por las corrientes, desde esa zona hasta el cabo Ortegal.

En 1977, el mercante chipriota Goldstar se hundió a una milla de la isla Coelleira y los pesqueros Virgen de Fátima y Marujita rescataron a seis hombres. Un día antes, el 20 de diciembre, el Nusca, un pequeño pesquero, desapareció en en Insua de Area. Los tres tripulantes eran de Celeiro. Desaparecieron bajo las aguas con el barco. Un día después, el mar devolvió el cuerpo de José Luis Prieto.

En 1989, el pesquero Mariscador, de Celeiro, se hundió a 110 millas al norte de la Estaca cuando regresaba del Gran Sol. Sus 17 tripulantes se salvaron. Y el 7 de enero del 2008 perdieron la vida en O Vicedo los dos marineros de la lancha Sombriza.