¿Puede extenderse la revuelta tunecina al resto del Magreb?

David Alvarado RABAT/LA VOZ.

INTERNACIONAL

Cada país sigue una dinámica propia que hace difícil una nueva era en la región

15 ene 2011 . Actualizado a las 02:00 h.

A la luz de los más recientes y dramáticos acontecimientos en el Magreb, resulta seductor vislumbrar una rebelión a gran escala contra los poderes establecidos en la región. Siempre ávidos de justicia y de promover revoluciones fuera de casa, desconocedores de la evolución reciente y la realidad sobre el terreno, los medios occidentales se han topado de repente con un gran titular justo al otro lado del Mediterráneo. La madre de todas las revueltas, capaz de derrocar a los Ben Alí, Buteflika, Mohamed VI, Gadafi y Mubarak, todos de golpe, propiciando el advenimiento de una nueva era en la región.

El concepto de «ciclo de protesta» mide en Ciencia Política el número e intensidad de las revueltas en un contexto o área geográfica. Algunos expertos sostienen que los cambios sociales son más plausibles cuando existe un ciclo de protesta alto. En el Magreb nos encontramos ante un momento álgido de las reivindicaciones sociales y, estadísticamente hablando, la extensión de las protestas es un fenómeno que se debe tener en cuenta. Los expertos también son muy conscientes de que cualquier extensión transfronteriza de las reivindicaciones depende de otras muchas variables.

Paralelismos

Sin embargo, es difícil resistirse a establecer paralelismos entre la situación actual en los diferentes países magrebíes. Junto a geografía, religión y lengua, Túnez, Argelia y Marruecos comparten algunas similitudes demográficas, económicas y políticas. Una estructura de población similar, con medias de edad que oscilan entre los 26 y los 29 años. Se constata la angustia de los más jóvenes ante un contexto económico adverso, inquietos y temerosos por el deterioro de las condiciones de vida, la falta de trabajo y de perspectivas.

Otro rasgo común es la existencia de regímenes autoritarios y corruptos, donde casi siempre se beneficia una misma oligarquía con exclusión del ciudadano común. Del fin de reino del presidente tunecino al drama argelino, guerra civil mediante, hasta las contradicciones de la transición marroquí, las diferencias son de bulto, no pudiendo ser interpretados los hechos del mismo modo ni vislumbrarse una evolución pareja.

Papel interesado del Ejército

A la espera de ver lo que da de si el derrocamiento de Ben Alí, el tunecino es el único movimiento que ha impulsado un cambio tangible. A la espera de ver si asistiremos a una mutación de sistema o únicamente en la cumbre del Estado, este cambio se ha visto muy ayudado por la inacción del partido único de facto y la intervención interesada del ejército.

Las cotas de violencia en Argelia son insoportables desde hace lustros. Las revueltas en los suburbios de las grandes ciudades y en Cabilia no son una novedad para quienes siguen de cerca la actualidad del país. En Marruecos, clima de apertura mediante, las virulentas protestas de los diplomados en paro y las revueltas del pan ya forman parte del paisaje cotidiano de ciudades como Rabat o Casablanca.

Aluvión repentino de titulares, exaltación y dramas del corto plazo aparte, el auténtico cambio en el Magreb aún deberá esperar. Y, madurado y meditado, será más acorde con la idiosincrasia y realidad de sus pobladores que con los anhelos de Occidente.