Barack Obama lidera la respuesta de EE.UU. ante el tiroteo de Tucson

Tatiana López NUEVA YORK/LA VOZ.

INTERNACIONAL

El joven Jared Lee Loughner actuó solo y con premeditación contra la congresista demócrata

11 ene 2011 . Actualizado a las 11:34 h.

A las once en punto de la mañana, Estados Unidos guardó un minuto de silencio por los seis muertos y catorce heridos, entre ellos una congresista demócrata, en el tiroteo de Tucson (Arizona). Al frente de la conmoción y dolor de todo el país estuvo Barack Obama, en un acto solemne frente a la Casa Blanca. En medio de la autocrítica que vive la clase política por el lenguaje incendiario que instigó la masacre, el presidente llamó a la unidad de los estadounidenses.

«En los próximos días tendremos mucho tiempo para reflexionar», pero ahora lo que toca es «unirnos todos como un país», manifesto Obama en lo que puede ser el momento de demostrar su liderazgo y rebajar la crispación política.

Horas después de su reunión con Sarkozy, Obama solo quiso resaltar «lo mejor de América», como la acción de una mujer que trató de impedir que el joven Jared Lee Loughner pudiera recargar su arma Glock semiautomática comprada en una tienda local o la del becario hispano que taponó la herida de la congresista Gabrielle Giffords.

En la Casa Blanca y en el Capitolio las banderas ondean a media asta, al igual que en los edificios públicos y embajadas de EE.?UU. en todo el mundo.

La matanza fue un minucioso plan que Loughner había trazado con semanas de antelación. El FBI lo confirmó tras encontrar en la casa del sospechoso un sobre con su firma y en el que había escrito tan solo tres frases: «Sigo con los planes», «Mi asesinato» y «Giffords».

Las notas, guardadas en una caja, confirman que el objetivo del tiroteo era la congresista demócrata y que actuó solo. El joven había escrito textos en su mayoría incoherentes, pero que muestran su obsesión de entrar en contacto con la legisladora. Según confirmaron varios amigos del joven, Loughner llevaba meses obsesionado con la Gabrielle Giffords, a quien en más de una ocasión definió como «una auténtica farsante».

El joven se ha negado a colaborar con la policía. «No está diciendo una palabra, explicó el sheriff Clarence Dupnik. Ayer compareció ante un tribunal en Phoenix, capital de Arizona, esposado y con la cabeza rapada. Los fiscales lo acusan de cinco cargos, incluidos asesinato e intento de asesinato. El director del FBI, Robert Mueller, indicó que estos cargos son solo el principio, y que Loughner podría ser procesado bajo la ley que persigue el terrorismo doméstico.

Mueller también pidió a los funcionarios públicos que estén alerta. Aunque aseguró que las amenazas de Loughner no apuntan a ellos, «el discurso de odio y de incitación» presentan un desafío a los funcionarios del orden, especialmente cuando llevan a ataques cometidos por «lobos solitarios».