Ecuador decreta el estado de excepción para sofocar la sublevación de militares y policías

Alexander Martínez QUITO/AFP.

INTERNACIONAL

«Si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo», les dijo a los uniformados en el Regimiento Quito. Correa denunció desde un hospital en el que fue ingresado un intento de golpe de Estado para derribarlo

01 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El Gobierno ecuatoriano decretó ayer el estado de excepción momentos después de que el presidente, Rafael Correa, denunciase una tentativa de golpe de Estado contra él y que su vida corre peligro, desde la habitación del hospital de Quito en que se refugió tras ser agredido en una sede militar con gases lacrimógenos por uniformados descontentos con una ley que recortaba sus salarios.

«Están tratando de introducirse aquí, en mi habitación, por medio de los techos estos policías en rebelión», dijo el mandatario a la radio pública. «Si algo me pasa, la responsabilidad es de ellos. Yo solo quiero decirles que mi amor por la patria es infinito y que donde esté siempre amaré a mi familia», agregó en momentos en que agentes rebeldes rodeaban el hospital.

Previamente había anunciado ser víctima de un intento de golpe de Estado por sectores próximos al ex mandatario Lucio Gutiérrez, derrocado en el 2005.

Correa acabó en el hospital tras acudir a un cuartel de Quito para enfrentarse a los sublevados, advirtiéndoles que no cedería y ofreciendo su pecho para que lo matasen. «No daré ni un paso atrás, si quieren tomarse los cuarteles, si quieren dejar a la ciudadanía indefensa y si quieren traicionar su misión de policías, traiciónenlos», dijo.

«Señores, si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si les da la gana, mátenlo si tienen poder, mátenlo si tienen valor en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos», añadió Correa tras aflojarse la corbata y desabotonarse el cuello de la camisa.

El mandatario, operado recientemente de una rodilla, salió del cuartel en medio de una refriega entre los manifestantes y su personal de seguridad, en la cual explotaron bombas lacrimógenas cerca de él, por lo que le fue entregada una máscara antigases. Después fue puesto en camilla, y trasladado hasta el vecino hospital de la policía.

Los agentes tomaron el Regimiento número 1 de Quito, comisarías en Guayaquil y Cuenca, y la sede del Congreso, mientras unos 150 militares tomaron el aeropuerto de la capital, que permanece cerrado.

«Tomaron la Asamblea porque no están de acuerdo con un artículo que elimina condecoraciones y salarios extras», dijo la portavoz del Legislativo, Julia Ortega, desde el Parlamento. Los agentes bloquearon los accesos al recinto y se enfrentaron con asambleístas.

Los manifestantes bloquearon calles y encendieron neumáticos, lo que generó un caos de tráfico. Las clases quedaron suspendidas en todo el país, y los comercios y bancos, cerrados.

Apoyo uniformado

El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas envió una carta a Correa en la que ratifica su «respaldo al Gobierno y a la democracia», declaró el portavoz del movimiento gobernante Alianza País, Orlando Pérez. También el agente Florencio Ruiz, acompañado por generales policiales, habló desde el Regimiento Quito, donde empezó la insubordinación, y llamó a sus compañeros a deponer actitudes confiando «en la sensibilidad del presidente». Aclaró que la acción de los policías no es política ni contra Correa, y advirtió que «hay partidos que se podrían aprovechar de ella».

El canciller Ricardo Patiño llamó a los partidarios del presidente a ir a rescatarlo al hospital. «Vayamos juntos a rescatar al presidente, que está en el hospital de la policía», expresó el ministro en una arenga desde el palacio gubernamental de Carondelet ante cientos de seguidores que coreaban «Correa, amigo, el pueblo está contigo».

Durante el recorrido, fueron dispersados por los gases lacrimógenos lanzados por policías sublevados.

La ley que originó el conflicto ya había provocado una crisis entre Correa y su bloque legislativo, que el miércoles rechazó artículos que prevén reducir la nómina. Por eso, el mandatario considera disolver el Congreso y convocar elecciones.