Sarkozy acaba con la jungla de Calais

Esperanza Suárez

INTERNACIONAL

El Gobierno francés reduce a escombros el mayor campamento de inmigrantes irregulares del país y arresta a 278 personas durante la operación

23 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Tres buldóceres y quinientos policías redujeron ayer a escombros con dulzura el campamento conocido como la jungla. Situado entre el mar y el polígono industrial de Calais, ha servido de refugio durante los últimos siete años a los irregulares que esperaban una oportunidad para pasar a Gran Bretaña. Francia promete seguir su política de mano dura y expulsará a la mayoría de los 278 detenidos, todos hombres.

Era una intervención tan anunciada que la mayoría de los 800 inmigrantes que se encontraban allí hace apenas diez días ya habían desaparecido. Desde entonces, cuarenta agentes de la policía de fronteras se habían encargado de tomar nombres y huellas dactilares e informar a los clandestinos, en su mayoría de origen afgano, de la posibilidad de solicitar asilo. Solo cincuenta consiguieron un permiso temporal de residencia. Los que abandonaron precipitadamente la jungla han pasado a Bélgica y Holanda, han conseguido cruzar el canal de la Mancha o permanecen escondidos en la orilla francesa.

Ayer a las siete y media de la mañana los vehículos antidisturbios rodearon el campamento. Entre los inmigrantes reinaba una sensación de desamparo. No ofrecieron resistencia e incluso aplaudieron el despliegue policial. No entendían por qué cargaban contra los treinta militantes de la organización No Border que intentaban impedir el desalojo. Contra ellos sí hubo golpes y empujones.

«Veremos menos masivamente a los inmigrantes pero acabarán por volver», pronosticaba uno de ellos. «Es una manipulación que permite hacer al ministro de Inmigración una demostración de fuerza» que «agravará la situación» de los indocumentados.

Eric Besson, el titular del departamento, compensa así su decisión de renunciar a los test de ADN para permitir el reagrupamiento familiar de los inmigrantes, que había levantado críticas en la derecha mayoritaria. Decidido a acabar con los campamentos de clandestinos, ha dado orden de reforzar la vigilancia. Mientras diez camiones limpiaban los restos de la jungla para devolver el terreno a su estado natural, la policía repetía la operación en otro asentamiento.

Besson felicitó a las fuerzas del orden por «la delicadeza» de la intervención. Quiere que la UE cree «una verdadera policía de fronteras» capaz de impedir la entrada de sin papeles

Empezaron a instalarse en la jungla en el 2002, cuando el ministro del Interior Nicolas Sarkozy cerró el centro de la Cruz Roja de Sangatte. Creía que los clandestinos se irían «a casa, porque la vida de un afgano es participar en la reconstrucción de Afganistán», pero siguieron llegando y la situación se hizo más difícil de controlar. En lugar de instalarse en el hangar de la Cruz Roja, levantaron chabolas con plásticos en la zona boscosa frente al puerto en condiciones de absoluta miseria. Sufrían una epidemia de sarna.

Ciento treinta y dos de los detenidos ayer son menores de edad y los han distribuido en centros de acogida. Los adultos han pasado de la comisaría a los centros de retención para ser expulsados.