«Teníamos el día del perdón y ahora podremos recordar esta jornada electoral como el día de la vergüenza»
INTERNACIONAL
«Esta es una nueva muestra de que Dios es de izquierdas», bromeaba ayer Meir Margalit, un conocido pacifista israelí, ante el temporal que se registró durante la jornada electoral.
La teoría de Margalit es que las clases populares, tradicionales votantes de la derecha en Israel, pero con un nivel de compromiso político bajo, no se animarían a salir de casa por el viento y la lluvia incesantes. Y que, por el contrario, sí lo harían los votantes afines a partidos pequeños, como el suyo, el Meretz.
Al margen de cábalas meteorológicas, Margalit no albergaba esperanzas de un cambio en unas elecciones marcadas de antemano por el auge de la derecha más radical, la del ultranacionalista Israel Beiteinu.
«Hasta ahora, en Israel teníamos el día del perdón, -la fiesta religiosa del Yom Kipur- y a partir de ahora podremos recordar esta jornada electoral como el día de la vergüenza», aseguraba el activista con amarga ironía. Y es que «estamos dándole razones de peso a los antisemitas para reafirmarse en el argumento de que el pueblo judío es racista».
Para Margalit, como para todos los representantes del movimiento pacifista, resulta descorazonador que los mensajes xenófobos de Avigdor Lieberman hayan calado en amplios sectores de la población israelí.
Lo contrario se escuchaba en Mea Sharim. En este barrio ultraortodoxo de Jerusalén, donde el tiempo parece haberse parado hace décadas, un vecino hablaba ayer de «cambio, como el de Obama, pero hacia la derecha».
«Lieberman es alguien dispuesto a tomar decisiones de una vez por todas», explicaba el religioso embutido en su largo abrigo negro y con los característicos tirabuzones a ambos lados de la cara. «Ya está bien de que los políticos israelíes traten de bailar en dos bodas a la vez, hay que determinar qué hacer con los árabes, decidir si Jerusalén debe ser dividido o tiene que seguir siendo solo para Israel».
A pesar de sus simpatías por Lieberman, este ultraortodoxo siguió los consejos de su rabino, como suelen hacer los de esa comunidad, y votó a uno de los partidos religiosos, Agudath Israel. «Eso no significa que nuestros líderes se metan en política, solo dicen lo que es mejor para nuestra religión», asegura.