El presunto intento de secuestro de un bebé de 6 meses por una gitana rumana ha desatado una ola de violencia contra esa etnia en el suburbio napolitano de Ponticelli. Las agresiones se producen en medio del debate que vive el país sobre el plan de seguridad anunciado por Silvio Berlusconi, que endurece las leyes contra la inmigración ilegal, que pasará a ser un delito, con arresto y reclusión, además de conllevar la expulsión del país. También incluye la creación en Milán y en Roma de comisarías especiales para la «emergencia gitana».
El sábado, la policía evitó el linchamiento de una rumana de 16 años, detenida tras ser acusada de intento de secuestro de un bebé. A partir de ese momento, se levantó la caza al gitano, y así pocas horas después un joven gitano de esa nacionalidad recibía una paliza y una cuchillada en la espalda. La noche del lunes, varios napolitanos lanzaron cócteles molotov contra dos campamentos de la zona, provocando incendios en cuatro chabolas.
Al día siguiente, tras haber confirmado el juez el arresto de la joven rumana, los vecinos de Ponticelli intentaron asaltar los campos al grito de «fuera, fuera». Los gitanos han tenido que ser trasladados a otro asentamiento bajo protección policial, mientras sus casas eran quemadas por los vecinos «para que no vuelvan».
En los campos gitanos el miedo es evidente. El concejal de Política Social condenó las agresiones, llegando a afirmar: «Me avergüenzo de ser italiano». Con anterioridad, varias asociaciones habían denunciado agresiones xenófobas contra la comunidad gitana en Italia.