Marcos Fernández saltó por una ventana y huyó del módulo de presos
11 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Se le conoce como el Fitipaldi de Rubiás. Lo bautizaron así los periodistas de sucesos allá por principios de los noventa porque su especialidad era apoderase de coches y escapar a toda velocidad de la Policía, a la que ganaba siempre la partida porque sus circuitos favoritos eran las pistas del medio rural del concello de Lugo, que conocía mejor que nadie. Marcos Fernández Pena, como así se llama este hombre, está actualmente encarcelado en Monterroso porque lo involucraron en la muerte de Manolo el Carnicero, en Campo Castelo (Lugo). Tiene pendiente una cuenta trascendental con la justicia; tanto, que se juega la posibilidad de pasar buena parte de su vida en la cárcel. Afronta una pena de 22 años de cárcel por un sonado incidente que protagonizó en el módulo de presos del Hospital Xeral en el verano del año 2008.
Amigos y personas del entorno de Marcos aseguran que la petición que efectúa el fiscal es una barbaridad; y dicen que supondrá, si el tribunal la tiene en cuenta, que este hombre, del que aseguran que está muy cambiado, quizás no pueda volver a levantar cabeza.
Los hechos, si son como los recogió en la instrucción la policía y el fiscal los da por buenos, son graves. Y eso es innegable.
Marcos Fernández Pena fue llevado al Hospital Xeral de Lugo en la madrugada del 27 de julio para ser atendido de unas lesiones. Por aquel entonces, fue ingresado en el módulo de custodia, cuya vigilancia estaba a cargo de un policía y un celador. En algún momento se arrancó las vías que tenía colocadas en sus brazos, y presuntamente preparó como arma el portasueros. Previamente lo desmontó, y se quedó con uno de los tubos metálicos que, según los investigadores, escondió debajo de las ropas de la cama para no despertar ningún tipo de sospecha.
Su siguiente paso fue el de avisar al timbre de emergencia para reclamar la presencia de personal sanitario. Se presentaron en el módulo una enfermera y una auxiliar, así como también un agente de policía que estaba en aquel momento trabajando. Fue en ese momento cuando se desencadenaron los hechos que ahora llevarán de nuevo a Fernández Pena al banquillo de acusados.
Cuando las mujeres abrieron la puerta, las sanitarias se encontraron con que El Fitipaldi les explicaba que se le había desconectado la vía y que era necesario que se la pusiesen de nuevo. Se acercó la enfermera para realizar dicha tarea, y de forma súbita, según el atestado, le colocó el tubo metálico que tenía escondido en el cuello. Con posterioridad, la profesional sanitaria logró escapar y ponerse a salvo.
Dos atentados y un homicidio
El fiscal imputa a Marcos Fernández Pena sendos delitos de atentado presuntamente cometidos en la persona de la enfermera y el policía y un homicidio en grado de tentativa del que fue víctima el policía, que no ejerce ningún tipo de acusación. También le atribuye unas lesiones causadas, presuntamente, con una navaja a otra persona. Este incidente ocurrió previamente a la evasión del hospital, en un pub de la capital. El Fitipaldi y el otro joven se enfrentaron, y debido a las lesiones Fernández Pena tuvo que ira al Xeral.
Por los delitos de atentado, el fiscal pide un total de nueve años de cárcel; por el de intento de homicidio, otros nueve, y por las lesiones, cuatro.
El fiscal también solicita que este hombre le pague al policía y a la enfermera sendas indemnizaciones. Para esta última pide una cantidad de 3.110 euros. Asimismo solicita que indemnice al Sergas por los gastos de atención dispensados. Para la otra persona que fue lesionada durante el enfrentamiento y que también está acusada, el fiscal pide siete años de cárcel.