uele escribir siempre de lo mismo. Perder una y otra vez, dando la sensación de ser un gran equipo y terminar viendo cómo te pasan por encima en cuanto el partido se endurece y el rugbicesto se impone. La pelea, el contacto, pero el contacto de verdad, no el de los primeros 20 minutos de Santiago, se le indigesta al Breogán. Aquella mentira de dejar jugar, nos hunde. Porque ¿qué es dejar jugar, no aplicar el reglamento? Pues una vez más, nos han ganado adelantando líneas, buscando el contacto y a base de pegarnos y luchar. ¿Pero son mejores? Para nada. Pero nos llevan once victorias. Y esa sangría habría que haberla evitado hace tiempo, o mejor aún, nunca tendría que haber comenzado. Y pensar que algún iluminado al principio hablaba de descenso. Pero la noria no para de girar y esto sigue. Según nos cuentan, ahora empieza el tramo favorable. Otro chiste. Para empezar los favorables, por aquí aparece un rival entrañable y con pedigrí. Como llegó a decirse no hace muchos años, con Manresa y Lugo, capitales del baloncesto en estado puro. ¿Qué sería de este Breogán en la vieja cancha oscense? Ahora van penúltimos, pero como casi todos, nos zurraron en la primera vuelta. No deberían de suponer ningún problema en el Pazo. Tres jugadores, Bonds, Zengotitabengoa y Salsón juegan por encima de los 30 minutos. Y Yango y Herrero, los rondan. Ahí parece que tendrá que hincar el diente el Breogán para obtener una nueva victoria como local. Una nueva y rutinaria victoria para volver a buscar en la próxima salida el primero de esos triunfos con el que llevamos tanto tiempo soñando.